Capítulo#32

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Allecra

Siento mucho calor, siento una mano que está puesta sobre mi vientre, como si quisiera aferrarse lo más que pueda, unas piernas están metidas entre las mías, me muevo tratando de quitar el peso de mi espalda pero solo hace que apreté más su agarre en mí.

Levanto mi cabeza un poco y miro detrás de mí, Dante está pacíficamente dormido, se lo ve muy guapo y vulnerable, no como el hombre fuerte y despiadado con el que siempre estoy discutiendo o me trata muy mal.

¡Es mejor que no vayas por ese camino Allecra!, solo perderás tu tiempo, no eres nada para él, ni siquiera te considera su esposa.

Vuelvo a acostarme y me acomodo lo mejor que puedo en el poco espacio que me permite mover sus brazos, una vez que estoy algo cómoda no puedo evitar soltar un suspiro.

Unos segundos después siento unos labios que están recorriendo mi espalda, me arqueo un poco, eso me produce cosquillas, los mismo labios siguen su recorrido, para luego  detenerse en mi hombro, dónde siento que se clavan los dientes de Dante con un poco de fuerza en mi piel, me duele al principio pero después solo está la presión que hace al succionar mi piel, no quiero arruinar el momento pero debo poner algo de distancia entre nosotros.

—Dante, suéltame tengo que ir al baño— tocó su brazo para que me deje salir.

—Está bien ve, pero vuelve pronto te quiero aquí junto a mí— quita su peso y su brazo de encima de mí, Dios mío, puedo respirar bien otra vez al fin.

Voy al baño y vacié mi vejiga completamente, aprovecho y tomo una ducha, me siento muy sucia y algo pegajosa entre mis piernas.

Estoy enjuagando mi cuerpo cuando recuerdo que ayer besé a Gabriel y el mismo día me meto a la cama con Dante, aunque es mi esposo solo de papel eso no ayuda en nada para sentirme menos culpable.

Me siento tan culpable como si fuera alguien de esas mujeres que les gusta estar jugando con dos personas a la vez, como una cualquiera.

Pero dejo que todos esos pensamientos se vayan con el agua que cae desde mi rostro que lo tengo levantado en dirección al cabezal de la ducha, es algo que me relaja y me gusta hacer desde niña.

Estoy tan concentrada y dejando que mis pensamientos y sentimientos de culpa se vayan con el agua que cae, qué no escucho que abren la puerta del baño y alguien entra, solo alcanzo a escuchar que la puerta de la ducha que es abierta, me giro asustada, pero que agradecida que estoy el que no me haya entrado agua por la nariz y en este momento me esté ahogando, por lo que acaba de hacer Dante.

¿Qué pasó?¿Quieres qué salga de tú ducha y vaya a mi habitación?—me hago a un lado y cierro la ducha para saber qué es lo que quiere que haga.

—No, solo vine a ver porque demorabas tanto en el baño—me pasa una toalla indicándome que salga de la ducha.

—Sentía mucho calor, estaba algo pegajosa, recién empecé a ducharme, déjame terminar de enjuagarme y me voy a mi habitación—le doy la espalda y él cierra la puerta.

Quince minutos después estoy saliendo de la ducha envuelta en una toalla grande, me voy a inclinar a recoger la ropa pero él detiene mi mano a mitad de camino y me dice que no.

—¿Qué hacía Gabriel en la clínica y la mejor pregunta cómo sabe él en qué clínica te estás atendiendo?diablos, nunca conté con que lo iba a descubrir.

—No sé de qué estás hablando, me voy a mi habitación con o sin mi ropa. ¿Puedes abrir la puerta por favor?, necesito vestirme—miro a cualquier lado menos a él.

Me Compraste pero jamás seré tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora