Capítulo #38

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Allecra

Dios mío esto es lo más horrible que he tenido que experimentar en toda mi vida, no sé cómo algunas mujeres pueden tener más de uno, yo solo quiero que todo esto acabe.

Agarro la sábana con mucha fuerza con ambas manos, retorciéndome del dolor, no creo poder soportarlo más, mi cuerpo no lo soporta más, cuando llegó la doctora me dijo que tenía apenas 4 cm de dilatación que debía esperar a tener 10 cm, me reí, sí tonta de mí por haber hecho eso, pensé que sería fácil como no me dolía mucho, me dije:

Allecra, esto es pan comido, no hay nada de qué preocuparse. 

Qué equivocada que había estado, ¡Esto es una mierda!, quiero golpear a todo el que me pone una mano encima, a todo el que me habla, solo me irrita más que lo hagan.

Maldito Dante, cuando venga a buscarme porque quiere tener sexo, no lo dejaré hasta que tenga unos 3 condones puestos encima y aún así creo que no lo dejaré.

No puedo dejar de llorar y gritar, siento que algo se me está desgarrando por dentro, es horrible.

¿Acaso van a ser pequeños demonios los que voy a traer a este mundo?, quizás van a ser tan terrible como su padre, por eso es que siento tanto dolor y también siento que me estoy muriendo poco a poco.

—¿Allecra estás bien?, hermosa aguanta un poco más mia bellissima, la doctora dice que falta poco ya, solo 2 cm más y nuestro bebés vendrán al mundo al fin—pasa su mano por mi mejilla tratando de consolarme pero no funciona.

Pero en su lugar yo giro mi rostro lejos de su toque, en este momento no lo quiero tener cerca de mí, él es el culpable de todo esto, todo lo que quisiera es hacer que él sienta este dolor por mí.

—¿Qué si estoy bien?¡Mírame y dime si estoy bien maldita sea...Argh!—iba a seguir diciéndole dónde puede meterse su falta poco, cuando siento otra fuerte contracción que me hace gritar de dolor, tengo una fuerte corazonada  que ya estoy cerca de la parte más dura.

Escucho como Dante le grita a la doctora que haga algo que sino va a buscar que alguien más capacitado me atienda y le apunta con el arma que le encanta llevar encima para su protección.

 Si no estuviera tan adolorida, rodaría los ojos y hasta puede ser que lo encontrará algo cómico.

Este hombre debe de dejar de comportarse como un salvaje y ser más civilizado.

¡Maldición Dante!, deja de ser así, no es momento para eso si vas a matar a la doctora antes de que me ayude a traer a los niños, entonces lárgate de la habitación, no me ayudas en nada me pones más nerviosa—jadeo antes de que pueda seguir reprochando su mal comportamiento, trato de respirar, me costó tanto poder decirle eso sin gritar de dolor, estaba en esos pequeños periodos de descanso entre las contracciones.

La doctora se aleja de Dante y se acerca a mí, me revisa otra vez, eso me causa más malestar no lo puedo evitar y me quejo un poco, es muy incómodo y duele cuando ella introduce los dedos, quisiera poder empujarla con mis piernas lejos de mí para que no lo siga haciendo.

—Bien, ya estamos listos ya llego la hora, Allecra préstame mucha atención, solo cuando te diga que pujes lo haces. ¿Entendiste bien?, no debes parar si yo no te lo digo, eso solo pondrá en riesgo la vida de los niños, esto es muy serio— Hace que flexione las piernas y las abra para estar en la posición adecuada, luego las enfermeras que están en la habitación se acercan a mí para poder colocarme más almohadas en mi espalda así no estoy tan incómoda, me había olvidado de que ellas también estaban aquí.

Me Compraste pero jamás seré tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora