Capítulo #15

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Allecra:

El camino a casa lo hacemos en un completo y tenso silencio.

Dante está en su teléfono tecleando y rechazando llamadas.

No me importa si él me cree o no, tampoco es que deba ser obediente al 100%, si quiere eso que se compre un perro a ver cómo le va, quizás así consiga lo que él quiere, yo soy una persona no me canso de repetirme una y otra vez.

Me apoyo en el vidrio helado de la ventana un poco, el frío es reconfortante y eso me provoca que cierre mis ojos un momento para poder tener un poco de paz antes de que se desate el infierno en casa, porque de seguro que me va a castigar por algo que no hice.

Después de lo que parecen ser unos pocos minutos el auto se detiene frente a la puerta principal de la Mansión, el viaje fue muy rápido, si parece fue apenas que cerré los ojos.

Me siento más derecha alejándome de mala gana de la ventana,  le están abriendo la puerta de su lado del auto y él se desliza fuera sin mirar ni una sola vez detrás de él para asegurarse de que lo voy a seguir, observó como avanza a la entrada de la casa y le abren la puerta y una vez que entra, la cierran sin esperarme a mí.

Hay algo dormido en mí que parece estar cobrando vida poco a poco, no sé si es producto de las agresiones constantes o por qué ya no tengo que sufrir los golpes de padre, pero eso me hace que quiera ser valiente y me impulsa a que traté de defenderme si es necesario.

Porque este mismo sentimiento me empuja a qué me rebele y que no agache nunca más la cabeza, que me defienda aunque sienta que por dentro me congelo de temor, se siente bien las pocas veces que me dejo llevar haciéndole caso a dicho sentimiento y yo creo que me iré sintiendo mucho mejor a medida que me dejé llevar por esto que siento.

Bajo del auto una vez me abren la puerta y no pierdo tiempo en ir con dirección a mi habitación, entro y subo las escaleras.

Parece ser que no está Dante por ningún lado y subo más deprisa, pero antes tengo que ver a Isabella saber que está bien, necesito comprobarlo, me digo que no será mucho tiempo y después de eso me puedo encerrar en mi habitación.

Una vez que estoy frente a su puerta golpeó suavemente—¿Hermosa, puedo entrar? —espero un poco impaciente a que me dé una respuesta desde el otro lado.

No hay respuesta alguna que venga de ella, giro la perilla de la puerta para entrar, al principio está todo oscuro, busco el interruptor de la luz y la enciendo., ahora me siento culpable por venir a molestarla.

Mi hermana está profundamente dormida, me puedo sentir más tranquila al verla aquí, me acerco al borde de su cama y me siento un momento para poder observar cómo duerme plácidamente.

Acaricio su cabeza suavemente, me alegra ver qué al menos una de nosotras puede sentirse tranquila y protegida, seguiré haciendo lo que sea por ella, no tengo duda alguna seguiré haciendo todo lo que esté a mi alcance por ella.

Beso su frente y luego subo un poco más las mantas, me pongo de pie para salir despacio sin hacer ruido alguno que pueda despertarla, apago la luz nuevamente y cierro despacio su puerta.

Ya en mi habitación me encuentro caminando de un lado a otro, pensando en lo que Rafaelo me exigió en la reunión, no hay manera alguna de que lo pueda hacer.

Tengo que buscar una manera de sacárselo de encima, nunca iré gustosa para qué vuelva a hacer  conmigo lo que quiera, no eso no pasará.

Llamo a Bellarosa para pedirle un favor,  ojalá que Gabriel esté con ella en este momento, así se me haría más fácil todo.

Me Compraste pero jamás seré tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora