Allecra
Llegamos a casa, Dante simplemente me sacó de ese horrible lugar, no quería estar más ahí, no me sentía segura.
Los doctores le dijeron que había que firmar papeles a lo que él solo los apuntó con un arma y les dijo que cerraran la boca si no querían tener una bala en su cabeza.
Nunca me dejó en todo momento mientras nos íbamos de ahí, yo solo me deje cuidar de él, aunque lo odio por lo que le hizo a Isabella, no tengo más opción por ahora.
Ya en mí habitación, me saque esa ropa horrorosa, me cambie por una de mis batas maternas de seda, dejo mi cabello suelto, me acuesto mirando el techo de mi habitación, pensando en todo lo que me dijo Luciano.
¿Será que algún día podré vivir libre, sin que nadie asegure ser mi dueño o no tenga que ser intercambiada por negocios?
Mis manos van por instinto hacia mi abdomen hinchado, no sé si quiero que salgan o se queden por siempre ahí en un lugar más seguro.
¿Serán siempre un objetivo para llegar a Dante o a mí?
Malditas hormonas, no puedo parar de llorar, debo detener el llanto esto no le hace bien a ellos, escucho como abren suavemente la puerta de la habitación, me pongo alerta.
Es Dante, al verlo como camina lentamente en mí dirección no puedo evitar recordar ese beso intenso, me sonrojo y miro otra vez al techo, espero me deje sola quizás si finjo que él no está aquí se vaya y entienda que quiero estar sola.
—¿Alle, cómo estás? ¿Los niños están bien?, ¿Te duele algo?, sí es así dímelo para llamar a tu doctora que venga a verte acá a la casa— siempre el tema son los niños, para alguien que me dejó claro que no quería niños, está siempre muy pendiente de ellos.
—Sí, me siento bien, solo me siento algo cansada de toda esta situación que pase hoy , pero quizás ya durmiendo se me pase todo—suspiro, avanza más hasta que está junto a mí y toma asiento en el borde de la cama, me muevo un poco haciéndole espacio, con ese tamaño dudo que esté cómodo dónde se sentó.
Se inclina ante mí apoyando sus manos a cada lado de mi cuerpo.
—Mírame, mía bellissima moglie— susurra seductoramente.
No puedo evitar sentir una ola de placer recorrer mi cuerpo al oír esa voz, toma todo de mí no gemir, últimamente me he sentido más sensible ya sea cuando escuchaba la voz de Dante o sentía su mirada en mí.
¿Hay algo malo conmigo? ¿Me estaré convirtiendo en alguien terrible como mi madre?
Giulia Castagna tenía fama de meterse en la cama no con uno, si no con varios hombres a la vez muchas veces.
Todo lo que tuve que aguantar por culpa de ella, en la escuela, en el Colegio y en el poco tiempo que estuve en la Universidad, fue muy humillante la verdad.
Debo resistir esto que siento, no puedo ser como ella.
—Allecra, mírame preciosa, necesito que lo hagas no me iré de aquí si no lo haces — siento como acaricia suavemente mi brazo, hasta que llega a mi vientre y descansa su mano con mucho cuidado, como si de alguna manera ese simple gesto pueda lastimarme.
—¿Contento?, ya lo hice. ¿Qué quieres?— digo mirándolo fijamente con algo de molestia, cuando en realidad todo lo que quiero es enrollarme junto a él como un gatito esperando a que me dé más caricias.
—Estás más tranquila por lo visto, si sientes cualquier dolor por mínimo que sea, quiero que me lo hagas saber, no importa la hora que sea, estoy aquí para ti Alle—su mano ya no está en mi vientre ahora va bajando suavemente por mi cadera, hasta mi pierna, no puedo retener el gemido que se escapa de mis labios.
Manoteo su mano y lo empujó un poco para que me dé espacio, siento que me falta el aire y hace mucho calor.
—¿Dime Dante y cómo te llamo? ¿Con una paloma mensajera o señales de humo?, necesito saber cual de las dos será porque te recuerdo que dañaste mi celular— me siento apoyando mi espalda en la cabecera de la cama y cruzando mis brazos, esperando a que me diga con cual de las dos será.
—Te traje esto, pero quiero que sepas que no lamento lo que le hice al anterior—me tiende un nuevo teléfono de color rosa, nunca me ha importado la tecnología con respecto a las marcas, cualquiera me sirve mientras pueda comunicarme.
—¿Cuál es la trampa? ¿Vas a grabar mis llamadas?, tienes alguna app espía aquí instalada — estoy algo dudosa de aceptarlo, pero las ganas de poder comunicarme ganan.
—No hay trampa alguna, solo cógelo Allecra lo necesitas—lo coloca en la palma de mi mano.
—Supongo que gracias, ¿Cuándo puedo ver a Isabella?, necesito saber que ella está bien — dejó el teléfono junto a la mesita de noche.
—Cuando sepas cuál es tú lugar y no estés hablando con otro hombre que no sea yo— me dice muy serio.
—¡No puedes hacer eso!, si la lastimas jamás te perdonaré, tenemos un acuerdo y eso incluye su seguridad—detesto que me chantajeen.
—Puedo y lo haré, soy el dueño de ambas, las compré, no me importa Isabella en ningún aspecto físico ni sexual, la que me interesa eres tú, la madre de mis hijos— es tan imbécil a veces, que tengo que cerrar mis puños para no cometer una locura como golpearlo.
—¡Quiero a Isabella conmigo!, los niños están cerca de nacer, la quiero junto a mí, no puedo estar lejos de ella — digo con voz firme, no implorando.
—¡Tú estás en deuda conmigo!, debes de cumplir lo que me prometiste, te guste o no— se mueve tan rápido que no logro subir mis manos lo suficientemente rápido, para empujarlo, tiene agarrado mi cuello en un apretón firme, su rostro muy cerca al mío, gimo ruidosamente y cierro los ojos mortificada.
—Me estás lastimando, suéltame —logro decir con dificultad.
—Mentirosa, cuando dejarás de ser una maldita bruja mentirosa, no te lastimo es todo lo contrario, te gusta mucho— muerde mi labio inferior suavemente, no puedo evitar echar la cabeza para atrás y dejarme llevar por el placer que recorre mí cuerpo.
—¡Dan...Dante por favor!, no hagamos algo de lo que nos vayamos a arrepentir en el futuro—susurro perdida en su olor, su toque, que ya no me molesta como antes.
—Lo que yo quiero lo tengo y aunque no te pueda amar, te puedo dar lo que otro jamás lo hará, ni siquiera Gabriel — oír su nombre hace que regrese algo de cordura a mi cerebro.
—No lo conoces, no hables de él, pero te puedo asegurar que él es mejor que tú en todos los aspectos, de eso no hay duda — forcejeo para que suelte mi cuello, pero solo ejerce más presión, me estoy empezando a asustar.
—¡Todos los aspectos, eh!, ¿Sabe qué te gusta rudo? ¿Cómo llevarte al borde y darte un orgasmo arrollador? ¿Qué no hay un solo lugar de tu cuerpo que no haya dejado marcado por mí? ¿Qué duermes abrazada a mí todas las noches exhausta de gritar mi nombre varias veces?, que te gusta cuando te digo que eres mi zorra y todas las cosas sucias que te susurro — sus ojos azules parecen negros y sus labios están apretados.
—Él y yo tenemos otro tipo de relación donde lo físico no es importante, solo lo sentimental — estoy abusando de mí suerte, ni siquiera tengo algo con Gabriel, pero no puedo dejar que Dante crea que sin él yo no soy nadie.
— ¿Es así? , Pues bueno lo que acabas de decir solo refuerza lo que debo hacer, eso significa que debo acabar con él más que nunca— mi corazón se detiene, no puedo creer lo que escucho, él piensa que todo se soluciona quitando a las personas del medio y ya, asunto arreglado.
—Si le haces algo a Gabriel, jamás te lo perdonaré, además te juro que yo misma tomaré venganza en nombre de él, no puedes hacer eso cada vez que alguien se mete en tu camino— hasta yo estoy sorprendida de está confesión.
—Puedo y lo haré, soy el jodido Dante Morello, y hago lo que me dé la gana y a quien me dé la gana, haces bien en no olvidar ese detalle—responde con una voz fría y letal.
Su mirada y su agarre me dicen una cosa que sé a la perfección, estoy en un buen lío.
Dios mío será que en algún momento de vida tendré solo un poco de paz y tranquilidad, es lo único que pido.
ESTÁS LEYENDO
Me Compraste pero jamás seré tuya
RomanceAllecra Cavour Castagna de 19 años es usada por su padre para poder calmar a un enemigo que lo quiere muerto, ella aprenderá a las malas que todo lo que planeo para ella nunca sucederá. Pero una idea se forma en su cabeza y esa es luchar por su tan...