veinticuatro

1.1K 69 0
                                    

Harry entró en el lugar con el rostro serio y una actitud dura y fría.
-La quiero.- dijo su padrastro sin simpatía alguna en su voz.
-No, no está en discusión. Ella está conmigo, igual que los demás y estamos dejando esas cosas atrás.
-Mató a los Mishi, a los Jonseunte, a Lear Price. Es algo increíble.
-Un no es un no.- rugió Harry.
-¿Por qué te preocupa tanto?- preguntó su padrastro exasperado.
-Eso no es de tu importancia.
-La chica es tu novia.- dijo él hombre poniendo ambas manos sobre su barriga y echándose a reír luego.- La amas, es tu novia. Es raro verte preocupado por alguien, no entiendo cómo es que te cambio así.
-La quiero fuera de esto, a ella y a mis amigos. Si no podes brindarnos la seguridad que necesitamos, voy a buscar otro lugar.
-No, no, no. Nada de eso, hijo. Vas a tener toda la seguridad que necesites. No te preocupes por eso.
-Bien, espero que sea así.
Dicho esto, salió del lugar.
Al entrar en la casa, se encontró a Elizabeth dormida entre los brazos de Liam. Se sentó a su lado y le acarició el cabello con delicadeza.
Esa pequeña muñeca delicada y fina que, recostada entre los brazos de su hermano, dormía pacificamente había pasado ya mas dolor del que él hubiera querido. Ella se había arriesgado muchas veces por mantenerlos a salvo, pero ahora era su turno de encargarse de que nadie le hiciera daño alguno. Ella quería una vida normal, y él lograría que eso fuera así, porque es lo que su hermosa princesa merecía.
Besó la frente de ella antes de salir de la habitación y encaminarse a la suya, donde vería cómo estaban las cosas en torno a la búsqueda de su novia. Después de todo, era bueno llevar muchos años en esa clase de trabajo porque tenía los contactos suficientes para enterarse de que ocurría mientras él no estaba.
Tras varias llamadas, llegó a una sola conclusion: ir a ese lugar había sido una buena decisión porque solo un buen equipo armado hasta los dientes podría salvarlos de la avalancha de homicidas que estaban siguiéndoles el rastro. Quizás su padrastro, al fin, podría ayudarlo en algo para compensar todo el daño que provocó al enviarlo a su primera misión, la que desencadenó su vida como un maldito asesino que trabajó para tantos mafiosos que perdió la cuenta.
Él quería mantenerla lejos de eso pero, aunque no se lo dijera, sólo las personas así podrían defenderlos de lo que se aproximaba.

La hermana de Liam PayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora