La hermana de Liam Payne

veintiocho

Fue dificil sacar a todos de la casa, hacerles creer que ella había salido antes y los encontraría en el aeropuerto. Fue difícil explicarles que era mentira, fue difícil contenerlos. Fue imposible detener a Harry. Debían irse, con o sin Harry y eso no estaba a discusión. Y, por más que querían salir corriendo, no había forma de encontrarla ya. Elizabeth podría estar en cualquier lado.
Harry corrió hasta el lugar y la encontró tirada en el piso de la casa principal teñido de rojo con un cuchillo clavado en el estómago mientras sus ojos estaban abiertos e intentaba retirarlo. Cuerpos a su alrededor dejaban en claro quién había ganado la pelea.
-Mi amor.- susurró Harry cayendo de rodillas a su lado con lágrimas en los ojos.- Bonita, no nos dejes.
-¿Harry, por que no te fuiste? -preguntó con dificultad.
-No me iría a ningún lado sin vos.- dijo él en el mismo momento en que la alzaba con cuidado con la idea de pedir ayuda.
-No quiero.- susurró.-Harry, tenes que escapar.
-No, mi amor. No sin vos.
Elizabeth perdió el conocimiento entre sus brazos. La sangre seguía fluyendo cuando él entró en el hospital.
La camilla de sábanas blancas, rodeada de enfermeros que intercambiaban palabras que Harry no llegaba a comprender, se alejaba a toda velocidad.
La desesperación se apoderó él al llegar al límite que se le permitía. Decidió que la mejor opción era no comunicarse con los demás, no hasta saber cómo se encontraba ella.
Con la vista fija en las agujas del reloj de pared que colgaba en la sala de espera, pasó toda la nohe. La falta de noticias hicieron que su mundo se desmoronara un poco más con cada segundo que pasaba.
Su mente le jugaba malas pasadas y las lágrimas caían por sus mejillas. Él sabía que debía volver, sabía que ella lo necesitaba, sabía que no debía dejarla sola. A Elizabeth no le gustaba estar sola, le asustaba despertar y no encontrar a nadie o perderse en la oscuridad de la noche. Le aterraba mirar a su alrededor y no encontrarlo a él o a su hermano ahí.
Y ahora, ahora estaba sola, ella y su lucha por sobrevivir y él no podía hacer nada para ayudarla mientras dentro suyo se libraba una feroz batalla entre esperar o entrar en ese lugar y amenazar a cualquiera que intentara sacarlo pero, por mucho que quisiera estar con ella, no se transformaría en una distracción para aquellos que estaban a cargo de salvarle la vida.