La hermana de Liam Payne

veintinueve

"Es cuestión de esperar"-decía su cabeza una y otra vez pero él no podía esperar, no podía hacerlo. Necesitaba saber que ella estaba bien.

Ya iban varias veces que había preguntado por ella a un médico que sentía pena por la desesperación del chico mientras esperaba tener noticias de la chica.

Harry lo vio acercarse por el pasillo y señalarle una puerta. No hacían falta palabras para saber que Elizabeth estaba ahí. Se aproximó y agradeció al hombre con un gesto a la vez que entraba en la habitación.

La chica dormía en la cama y él quiso ignorar el hecho de las agujas que traspasaban su piel.

Se aproximó a su lado y, tras tomar su mano, besó su frente.

Jamás se había preocupado por nadie del modo en que lo hacía por ella. Nunca había expuesto su vida en favor de alguien más pero, en ese momento, no podía imaginarse como quien solía ser. No podía imaginarse sin ella allí, a su lado, porque era Elizabeth la única persona que había logrado traspasar sus muros y eliminar esa oscuridad que lo componía. Era ella la que había despertado amor en un corazón que había permanecido muerto durante muchísimo tiempo. Porque era esa chica que solía llevar el cabello en el rostro cubriendo sus ojos, la que había logrado enamorarlo enfrentándose a todas sus resistencias. Porque el jamás había sentido tal temor antes de conocerla. Porque Harry sabía que jamás amaría a nadie del modo en que la amaba a ella.

Mientras las lágrimas resbalaban por su rostro, sonreía preso de la ternura por los recuerdos de ella, del dolor y del amor. De los momentos más horribles y los más hermosos que habían vivido juntos.

-¿Amor?- susurró ella.-Me duele la pancita.

Harry rió dulcemente y besó su mano.

-Ya se va a pasar, mi vida.-susurró sin poder dejar de mirarla.

-Me gusta verte sonreír.- dijo ella con una pequeña sonrisa.

-Y yo amo saber que estás bien.

-Te amo.- dijo ella y él se acercó para besarla.

-Yo te amo muchísimo más, mi vida.- tras un corto silencio ella fijó sus ojos en él e intentó decir algo pero Harry se adelantó. -Si pensabas que no sabía que no ibas a ir a encontrarnos en Buenos Aires, estás loca. Está bien que no quieras poner a los demás en peligro pero no podes alejarme de vos. No a mi, amor. Yo a vos voy a seguirte hasta el fin del mundo y no vas a poder impedirlo. Sé que tenemos que irnos ahora, pero voy a ir con vos, no pienso dejarte sola, nunca.

Las lágrimas resbalaban por las mejillas de ella.

-Tenemos que hacerles creer que estamos muertos,- susurró.- no podemos permitir que se pongan en peligro, no lo soportaría.

-No te preocupes, bonita.- susurró él. -Vamos a hacer lo que vos digas ¿Si?

Ella asintió y él volvió a besarla.

Era posible que las cosas no resultaran o que mejoraran al punto de que lograran volver a encontrarse con los demás y eso era algo que Harry sabía pero era el momento de que ella se acomodara y lograra dejar atras el miedo y el dolor que él había visto en sus ojos.