La hermana de Liam Payne

treinta y tres

Elizabeth despertó entre los brazos de Harry. En momentos así se alegraba de que él se haya negado a irse, aunque fuera egoísta de su parte preferir tenerlo a su lado que mantenerlo a salvo. Lo cierto es que lo necesitaba con ella para poder seguir.
La chica se acurrucó más contra él al sentir como se removía. Él la presionó más contra su pecho sin abrir sus ojos y besó su frente.
-Buenos días.- susurró él con voz ronca.
-Buenos días.
Ella cerró sus ojos y permanecieron así durante un largo rato. Harry pensaba en como la ayudaría a salir de esa batalla de sentimientos que se debatían en la cabeza de ella. Quería verla bien y respetar su decisión, pero no podría hacer ambas cosas, ella necesitaba a su hermano y él era consciente de eso, el problema era que ella jamás aceptaría poner en peligro a su hermano mientras pudiera evitarlo.
Su pecho subía y bajaba lentamente y sentía el calor del cuerpo de ella, su pierna sobre la de él, su cabello suave, su pequeño cuerpo. La sentía a su lado y hubiera deseado permanecer de ese modo toda la vida. En esa cama, donde nadie los encontraría, donde nadie los buscaría, abrazándola, ese era el único lugar en el que deseaba estar, simplemente, porque ella estaba a su lado.
-Anoche llamé a Liam.- susurró ella.-Necesitaba oír su voz. Él... mi hermano preguntó si era yo, él lloraba.
Harry sintió las lágrimas de su novia caer sobre su torso desnudo y se acomodó para que su rostro quedara frente al de ella mientras la miraba intensamente. Presionó sus labios contra los de ella, estrechándola contra su cuerpo. Había aprendido que no había palabra alguna que calmara su dolor. Comprendió que lo que ella más necesitaba era saber que él estaba ahí, y lo estaba.
Elizabeth besó a Harry sabiendo que él entendía, allí, todas las palabras que ella ocultaba en lo más profundo de su ser. Los dedos de Harry le secaban las lágrimas y ella quería dejar de llorar pero su escudo ya no servía, no con él.