Metzli
.
-¿Qué mierda crees que estás haciendo?- Exploté un segundo después de que mi puño volteara su cara de un golpe.
Me miró sorprendido, con los ojos abiertos y sus labios hinchados por el beso.
-Nunca vuelvas a tocarme sin mi consentimiento- Espeté.
No esperé a que dijera nada más. Giré en mi lugar y salí corriendo.
Sentía el enojo crecer dentro de mí, pero estaba más enojada conmigo misma por haberle permitido acercarse tanto a mí, por dejar que me pusiera sus manos encima, que me besara de esa manera. Sobre todo, estaba enojada porque había logrado despertar en mí algo que jamás había sentido.
Corrí como no lo hacía en mucho tiempo, sin tomarme un segundo a tomar aire. Las plantas de mis pies se aferraban al suelo con cada paso. Los árboles no eran más que manchas borrosas a mi alrededor.
En mi cabeza se reproducía todo lo que había pasado en la última hora. Nuestra conversación, la sensación de tenerlo cerca de mí y la manera en la que saboreaba mis labios, como si fuera lo único que había querido hacer desde la primera vez que me vio.
Me había sentido cómoda con él, por extraño que sonara, era el único lobo fuera de mi manada con el que me sentía así. Me permití abrirme con él, contarle aspectos de mi vida y de mi cultura, hasta cierto punto se había sentido bien.
Había titubeado un poco, no estaba acostumbrada a eso, pero decidí tomar el consejo de Neli, quizá no al extremo de coquetear y enredarme con un lobo, pero sí permitirme socializar con otras manadas.
El alfa Alexander se había presentado ante mí como una oportunidad. Seguí su olor a kilómetros de distancia, pensando en lo que podría decirle, en una forma para romper el hielo. La conversación había fluido de manera natural, no se había sentido forzada.
Pero a mitad de nuestra interacción, las cosas comenzaron a sentirse diferentes. Sus ojos no dejaban de escanearme, de mirarme como si intentara descifrar cada parte de mí.
No comprendía muy bien cómo es que le había permitido acercarse tanto a mí. En un principio había sido mi curiosidad, la idea de que tal vez, si lo dejaba poner su mano sobre mí, me permitiría observarlo en su forma de lobo.
Pero al sentir sus dedos en mí, la forma en la que su mano me acarició, dejando un rastro caliente por mi piel, había hecho que me sintiera extraña. Mi corazón comenzó a latir demasiado rápido, expectante ante el rumbo que su mano pudiera tomar.
Cuando puso sus dedos alrededor de mi cuello, la inmensidad de su tamaño contrastaba de manera evidente contra mi delgadez. Mis instintos afloraron, pendientes de algún movimiento en falso que hiciera para lastimarme. Sin embargo, cuando apretó su agarre, algo se encendió dentro de mí, un calor que descendió por mi cuerpo hasta llegar debajo de mi vientre.
Me tomó unos segundos asimilar que me estaba besando y, extrañamente, me encontré correspondiéndole sin pensarlo dos veces. Se sentía caliente contra mi boca, necesitado, hambriento.
Había sido una experiencia electrizante. Si no lo hubiera detenido, quizá hubiera logrado poner su mano por todo mi cuerpo, esparciendo ese calor que se sentía tan bien.
Negué con la cabeza, esperando a que eso desviara el rumbo al que iban mis pensamientos.
No. Lo había hecho sin mi consentimiento, sin tener consideración a lo que yo pensara al respecto. No era más que otro macho que creía que podía tomar a la hembra que quisiera sin necesidad de responder ante nadie.

ESTÁS LEYENDO
Wolf Academy
WerewolfEn un mundo donde los hombres lobo han dejado su lado salvaje para regirse por su lado más racional, Metzli, la hija de un alfa perteneciente a una manada mexica, intenta abrirse paso. Sin embargo, cuando su manada se integra a una academia de lobos...