Metzli
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Sentí mi pulso acelerarse por la anticipación de su toque. Esperaba el roce de sus dedos en mi abdomen y sentir su calidez, pero eso nunca llegó.
Alexander limpió mi herida con mucho esmero, cuidando siempre de no tocarme, usando únicamente el algodón en sus manos para limpiar delicadamente la piel abierta.
Mi respiración era irregular, tenerlo frente a mí, tan cerca, escudriñándome con su mirada, hacía que mi cuerpo quemara. Quería que me tocara, quería que lo hiciera igual que lo había hecho en el bosque, cuando estábamos los dos solos.
El recuerdo de su mano rodeando mi cuello hizo que un delicioso calor descendiera hasta mi vientre. El alfa pareció darse cuenta de la dirección en la que iban mis pensamientos, porque sin voltear a verme, habló.
-No pienso tocarte, Metzli- Era la primera vez que lo escuchaba decir mi nombre y me encontré deseando que lo hiciera mil veces más.
Desvié la mirada de sus manos y busqué su rostro. Su perfil era recto y fuerte, podía ver su mandíbula tensa y sus cejas fruncidas ligeramente, muy concentrado en su tarea.
Era guapo, no de la manera convencional a la que estaba acostumbrada de regreso en mi manada. Era diferente a los machos que había llegado a considerar atractivos, sobre todo destacaba el pálido color de su piel y su cabello, tan claro que por un momento se perdía el café en él y parecía hecho de oro.
Era la primera vez que aceptaba para mí misma que el alfa Alexander era atractivo, demasiado para mi propio bien.
Cuando sus ojos voltearon a ver mi rostro, sentí un ligero rubor cubrir mis mejillas, pero resistí el impulso de mirar a otro lado al haber sido atrapada observándolo con vehemencia. Le regresé una mirada desafiante.
-No volveré a tocarte hasta que tú me lo pidas- Sus palabras hicieron que recordara la última vez que su piel estuvo sobre la mía, el momento en que sus labios devoraron los míos como un lobo hambriento.
Estaba haciendo caso a mis palabras. Le había dicho que no volviera a tocarme sin mi consentimiento e, incluso ahora, cuando estaba limpiando mi herida, estaba teniendo cuidado de respetar mi decisión.
Las palabras se arremolinaron en la punta de mi lengua. Quería pedirle que me tocara, que deseaba sentir sus dedos por todas partes. Despertaba algo dentro de mí, algo con lo que no estaba familiarizada y controlar mis instintos nunca había sido algo fácil para mí.
Abrí la boca para rogar, por primera vez en mi vida, rogarle que me tocara. Sus ojos se desviaron un segundo a mis labios, pero antes de que fuera capaz de emitir algún sonido, escuché la puerta de la enfermería abrirse.
-¡Oh! Alfa Alexander, sigue aquí- La enfermera miró al lobo frente a mí y se ruborizó ligeramente. El alfa no despegó sus ojos de mí.
-Metzli me pidió que le ayudara con sus heridas- Entonces la enfermera reparó en mi presencia y corrió junto a mí, guardando su distancia del alfa.
-¡Por la diosa! ¿Pero qué te ha pasado, querida?- Su voz subió dos tonos y sus ojos se abrieron en sorpresa cuando vio la profundidad de la herida en mi abdomen.
-Estábamos entrenando- Me encogí de hombros.
Realmente no entendía cuál era el alboroto, era algo normal en nuestras prácticas en casa tener heridas, después de todo ese era el objetivo de los entrenamientos, infringir el mayor daño posible en tu oponente.
-Lo he limpiado y parece que ya está comenzando a sanar. Le duele ligeramente, así que podría recetarle un antiinflamatorio y anestésico tópico para que le ayude- Alexander le dijo a la enfermera en un tono neutro.
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Wolf Academy
WerewolfEn un mundo donde los hombres lobo han dejado su lado salvaje para regirse por su lado más racional, Metzli, la hija de un alfa perteneciente a una manada mexica, intenta abrirse paso. Sin embargo, cuando su manada se integra a una academia de lobos...