Capítulo XXII

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Metzli

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Cinco días. Cinco días duraría el viaje con Alexander. En ese tiempo debía conocer a sus padres, ser presentada formalmente ante su manada como su mate y futura alfa.

Debía hacerme a la idea de que todo eso sucedería en menos de lo que esperaba, pero no estaba para nada preparada. Aún no podía si quiera aceptar el hecho que el alfa fuera mi mate.

Claro, no me había parecido mala idea en un principio. De hecho, lo primero que experimenté fue un sentimiento de alivio. Había sentido una fascinación inusual por Alexander desde la primera vez que lo vi en el bosque y cuando pude verlo en su forma de lobo, fue como si algo en él me llamara.

Pero luego recordé lo que había dicho la noche anterior. Era capaz de renunciar a su mate por mi y eso me dejó preguntándome; si alguien más hubiera captado su atención, ¿Me hubiera rechazado como su mate?

Esa idea no dejaba de rondar por mi cabeza y el pensar en su rechazo había hecho que me soltara a llorar. No pude ni decirle dos palabras a mi hermano cuando me tiré en sus brazos a llorar.

Estaba inconsolable. Mi mate era capaz de renunciar a mí si en su camino se hubiera atravesado alguien lo suficientemente interesante, al punto de rechazarme incluso antes de conocerme.

Si nos hubiéramos conocido hasta después, si no hubiéramos pasado todos esos momentos juntos y tenido todas esas conversaciones profundas, ¿Me hubiera aceptado como suya?

Al final yo lo había aceptado como mi compañero, pero era más que nada por la obligación que tenía hacia mi manada. Después de todo, ¿No era esa la razón por la cual habíamos venido a esta academia? Si el alfa de una manada poderosa estaba destinado a ser mi mate, debía aprovechar todo lo que pudiera de esta unión.

Pero la cuestión era que esta unión significaba más que una simple alianza. Me sentía atraída hacia Alexander, me cautivaba de una manera que sabía iba más allá del lazo de mates, lo sabía porque el sentimiento había comenzado a desarrollarse incluso antes de descubrir que estábamos destinados a estar juntos.

Me dolía la cabeza, todo el peso de los últimos acontecimientos se sentía como una carga sobre mis hombros y estaba más confundida que nunca sobre cómo actuar con respecto a Alexander.

Las cosas no podían ser como antes. Había herido mi ego y estaba segura que no comprendía la gravedad de lo que había sucedido entre nosotros. Podía aceptarlo como mi mate, ser cordial con él y aceptar las imposiciones que se me pusieran para completar nuestra unión, pero no sabía si estaba preparada para aceptarlo en mi corazón.

Escuché la voz de Neli después de un par de golpes en mi puerta.

-¿Puedo pasar?-

Asentí sin voltear a verla y cerró la puerta detrás de ella.

Se acercó a la cama, donde tenía una maleta con ropa y algunos artículos personales. Habían pasado dos días desde que había descubierto que Alexander era mi mate.

Había resultado muy difícil pasar todo ese tiempo alejada de él, mi lobo lo anhelaba más que a nada, pero las incontables juntas con mi hermano, el director y el alfa Cameron habían servido de buena distracción. Incluso me habían permitido faltar a clases para poner en orden las disputas y comenzar la planeación para mi traslado a la residencia de los Lunae Lumen.

Se había decidido que me instalaría en la habitación de Alexander una vez que regresáramos de con su manada, para que me fuera acostumbrando poco a poco. A los nuevos olores, las diferentes costumbres, pero sobre todo, a asumir mi nuevo papel como mate de un futuro alfa.

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