Alexander
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Después de asegurarme que mi madre estuviera bajo los cuidados de Dania, fui en busca de Metzli.
Hasta este punto la conocía lo suficientemente bien como para saber que haría algo arriesgado y muy probablemente se pondría en peligro. Si mi padre llegaba siquiera a tocarle un mechón de cabello me encargaría de romperle los dedos uno por uno.
Iba reproduciendo en mi cabeza diferentes formas de torturarlo cuando me detuve frente a la puerta del comedor.
-Ya solo debes poner la mezcla sobre la mancha y dejarlo unos minutos para que actúe. Después puedes retirarlo con la aspiradora y quedará como nuevo-
Reconocería la voz de Metzli donde fuera. Tenía la habilidad de hacerme sentir cada palabra hasta el alma, acariciar cada parte de mí, sin importar lo que dijera.
Se escuchaba relajada, incluso podría decir que alegre. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la escuché así que no pude evitar sentir como si mi corazón se fragmentara en mil pedazos.
Desde el día que descubrimos que éramos mates solo sentía la distancia entre nosotros crecer. Este se suponía que debía ser el momento en el que la llevara a pasear por mi territorio, presentarle a toda mi manada. Quería que conociera la parte del bosque donde solía jugar a las escondidas con Dania, darle un recorrido por el hospital y que me viera interactuar con los pacientes.
Si todo hubiera salido como lo había imaginado, en este momento estaríamos en mi habitación, mientras yo intentaba hacerla sentir mejor por la desastrosa cena. Le recordaría lo maravillosa que es, veneraría su cuerpo como un templo. Y si fuera lo suficientemente afortunado, me dejaría marcarla esta misma noche, para completar nuestro vínculo.
Negué la cabeza. De nada me servía pensar de esa manera. Las cosas eran como eran. No sabía exactamente qué era lo que estaba mal, pero encontraría la forma de solucionarlo.
Abrí la puerta y mis ojos buscaron a Metzli por instinto. Se veía hermosa en su vestido, con una sonrisa deslumbrante. Su cuello se estiraba de manera tan deliciosa que imágenes fugaces de mi mano alrededor de él pasaron por mi cabeza.
Mi cuerpo fue rápido al reaccionar ante esa idea. Sentí mi pantalón de vestir apretarse en mi entrepierna y si no quería avergonzarme frente al personal, tenía que calmarme.
En el momento en el que puse un pie en la habitación, las risas se detuvieron y cuatro pares de ojos se fijaron en mí. Tres de los lobos que trabajan en mi casa se levantaron de las sillas de inmediato, mientras que Metzli cruzó los brazos sobre su pecho y levantó una ceja, retándome a decir algo sobre la escena.
Sentí un ácido viajar hasta la boca de mi estómago. Saber que ella se encontraba sola con tres machos era una cosa, pero presenciarlo era otra completamente diferente. Mis manos formaron puños a mis costados y antes de que pudiera evitarlo, dejé que mi poder de alfa cayera sobre ellos.
Por instinto, bajaron la cabeza y sus hombros se hundieron. En cuestión de un segundo parecía que habían disminuido de tamaño.
No hacía eso con frecuencia, no me gustaba pensar que debía obligar a los demás a respetarme, sino que prefería ganarme su confianza y respeto, haciendo que siguieran mis órdenes por voluntad propia. Sin embargo, cuando Metzli estaba involucrada, todo pensamiento racional desaparecía.
-Pueden retirarse. Necesito un momento con mi mate- Puse especial énfasis en lo último, dejando que mi posesividad se llevara lo mejor de mí.
Los lobos no levantaron la cabeza mientras salían uno detrás del otro por la puerta que llevaba a la cocina.
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Wolf Academy
Manusia SerigalaEn un mundo donde los hombres lobo han dejado su lado salvaje para regirse por su lado más racional, Metzli, la hija de un alfa perteneciente a una manada mexica, intenta abrirse paso. Sin embargo, cuando su manada se integra a una academia de lobos...