Capítulo III

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Alexander

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-Vamos, ¿Qué no pueden caminar más deprisa?- Si Henry volvía a decir una palabra más era capaz de soltarle un derechazo en la mandíbula.

-Henry...- Amenacé. Él me lanzó una mirada de fastidio pero hizo caso a mi advertencia. -Deja que se tomen su tiempo mientras terminan de instalarse en las habitaciones- Mi comando fue como una cachetada para él, pude verlo en su expresión, pero tenía que recordar su lugar, sin importar que fuera mi beta y mi mejor amigo.

-Como ordenes- Dio media vuelta y salió de la sala, claramente molesto.

Me pasé una mano por el hombro, masajeando un poco el área, intentando borrar momentáneamente el dolor que sentía.

-¿Mal día?- Una voz femenino hizo que abriera los ojos.

-Dania- Mi humor mejoró instantáneamente.

Dania estaba frente a mí, con una enorme sonrisa. Extendió los brazos y no lo pensé ni dos segundos para acercarme a ella y estrecharla en un cálido abrazo.

-Te eché mucho de menos- Susurré para que solo ella me escuchara.

-¿Y de quién es la culpa? Tú fuiste el que no quiso ir a casa en todo el verano, ni siquiera fuiste para mandarme un mensaje preguntando cómo estaba- Dania sonaba juguetona, pero sabía bien que había algo de reclamo en su voz.

Una vez que el momento terminó, puso distancia entre nosotros.

-¿Qué tal están papá y mamá?- Pregunté, evitando su reclamo. Ella pareció darse cuenta de mis intenciones, porque me miró de forma reprobatoria.

-Normal, orgullosos de que su hijo sea nuevamente el estudiante estrella de la academia y que esté un paso más cerca de convertirse en alfa- Pude notar fácilmente lo mucho que le irritaba el hecho de que mis padres se expresaran sobre mí de esa manera.

-¿Qué puedo decir?- Me encogí de hombros -La grandeza me es innata- Dije con falsa modestia.

Dania me aventó un golpe al hombro, que me hizo retroceder un poco.

-Al parecer alguien estuvo entrenando durante el verano- Me sobé el hombro, fingiendo que su golpe me había dolido.

-Imbécil- Dijo entre dientes -Será mejor que vaya a mi habitación a terminar de desempacar. Te veré en la cena- Se despidió de mí y la seguí con la mirada hasta que se perdió por el pasillo que da a nuestras habitaciones.

Ahí va nuestro caluroso saludo de hermanos.

Dania era mi pequeño dolor de cabeza. Era mi adoración, tenía veinte años, pero para mí jamás dejaría de ser mi pequeña y molesta hermanita menor.

Tomé nota mental de pasarme por su habitación antes de la cena para bajar juntos al comedor. Quizá de esa manera su humor mejoraría y me contaría todo lo que hizo durante el verano.

Era verdad que había sido un pésimo hermano por no hablar con ella, pero había estado muy ocupado con el entrenamiento y los estudios. Sin mencionar las labores de alfa que mi padre me había pedido hacer.

Cada año podía sentir crecer el peso sobre mis hombros. No podía quejarme, era mi deber prepararme para ser el siguiente alfa, y eso incluía hacerme cargo de más cosas cada vez.

Decidí que lo mejor era no pensar en eso, sino enfocarme en una pequeña tarea a la vez, así que decidí terminar de darle la bienvenida a cada miembro de mi manada que entraba en nuestro edificio designado.

La academia se conformaba por un gran edificio estilo inglés gótico, similar a los castillos europeos. Sin embargo, no era suficientemente grande para resguardar a los miembros de las cinco manadas que vivían ahí, aunque solo fueran una pequeña porción de ellas.

Wolf AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora