Capítulo XVI

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Metzli

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-Vamos, Metzi. Dime qué fue lo qué pasó con el alfa- El último par de días Neli no había parado de preguntarme sobre lo que había sucedido con el alfa Alexander la noche que fui a su residencia.

No era que me sintiera avergonzada o que no pudiera confiar en ella, pero quería conservar los recuerdos para mí sola un poco más de tiempo. Había pasado las noches desde ese día recordando las caricias de Alexander, la forma en la que sus labios dejaron rastros por mi cuerpo.

Quería un poco más de tiempo, ser egoísta y guardarme todo lo que el alfa me ofrecía solamente a mí. Por ahora.

Ese simple pensamiento hizo que sintiera un sabor amargo en la boca. Sabía muy bien que nuestro tiempo era limitado, que lo que fuera que estuviera sucediendo entre nosotros no duraría mucho.

Tampoco es que quisiera evitarlo, estaba decidida a cortar toda relación con él en el momento en que descubriera quién era mi mate. Alexander sabía cuál era mi postura al respecto, lo había dejado muy en claro esa misma noche, aún así, no podía quitarme esa sensación extraña en el pecho de tan solo pensar en el día en que no pudiera estar cerca de él.

-Después, Neli. Ahora debemos apresurarnos o llegaremos tarde al entrenamiento.- Terminé de ponerme la blusa deportiva.

-Bien, pero no creas ni por un segundo que te salvarás de esta conversación- Me señaló con un dedo acusador antes de atarse el cabello en una cola alta.

Rodee los ojos y me giré para salir de los vestidores.

El clima era agradable. El sol resplandecía y era un día inusualmente caliente. En cuanto sentí los rayos del sol tocar mi piel, me estiré y relajé mis músculos.

-Escuché a unas chicas decir que volverían los entrenamientos mixtos- La voz de Neli llegó detrás de mí y cuando se detuvo a mi lado le di una mirada inquisitiva -Cuauhtli me pidió que me comportara, pero quiero que seas mi testigo si las cosas vuelven a salirse de control-

Esta vez le sonreí y ella me dio una mirada cómplice.

-Tú sólo dime cuándo y yo te ayudo a arrastrar el cuerpo al bosque- Neli rio por mi comentario y entrelazó mi brazo con el suyo.

Cuando salimos a la explanada, ya había un grupo de lobos rodeando al entrenador.

Como las veces anteriores, comenzó a formar parejas y a asignarles un espacio para que pudieran entrenar con comodidad sin ser perturbados por otra pareja. Para mi sorpresa, Neli no fue emparejada con el beta de la manada de Alexander.

Pero lo que fue más sorprendente aún, fue que me emparejaron nuevamente con el alfa. En los últimos días, habíamos llegado a una especie de acuerdo en el que aceptábamos la presencia del otro cada vez que nos encontrábamos en un mismo espacio, incluso llegamos a tener conversaciones rápidas en los pasillos sobre las tareas y trabajos que teníamos que entregar.

Desafortunadamente, no habíamos tenido un encuentro ni remotamente parecido al de la noche en su residencia, muy a mi pesar, pero no era algo que me atrevía a confesar en voz alta.

Cuando el entrenador dijo mi nombre seguido al del alfa, lo busqué con la mirada. No fue muy difícil de localizar y cuando mis ojos se encontraron con su rostro, me di cuenta que su mirada ya estaba puesta en mí y tenía una sonrisa coqueta en los labios.

No pude evitar sonreírle de vuelta, pero cuando me percate de lo que hacía, voltee a otro lado. Sentí mis mejillas arder, así que intenté no mirar nuevamente en su dirección en lo que el entrenador terminaba de dar las indicaciones.

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