Capítulo 18.

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Viktoria.

¿Vulnerabilidad?

Hace años que no sabía lo que significaba esa palabra en mi mente y cuerpo, pero desde el momento que llegué a Berlín sentí que todo iba cambiar y lo hizo. No solo hablo del sexo sin condón con Cayden, sino también de esa maldita charla que tuve con mi medio hermano.
¡Me cuesta mucho!
Se que Alexandr no es mi padre, pero su color de ojos y esa mirada que te dedica me hace sentir esa niña de cuatro año que fue abusada. No quiero sentirme de esa forma, quiero evitarlo y eso me está costando mucho.

Él no es Vladimir y lamento haberle dicho que es igual a la persona que ayudó en nuestra concepción.

— ¿Quieres venir conmigo a la clínica? — me pregunta Cayden.

Otra cosa que odiaba es dejar que Cayden viera y supiera esa parte de mi vida que más detesto. Necesitaba su abrazo, necesitaba alguien que me diga que todo iba a estar bien y eso hizo, solo que nada fue correcto. Ni el sexo y mucho menos mi momento de vulnerabilidad.

— Iré contigo — declaro cerrando la caja de bombones que me trajo.

Nunca ningún hombre había tenido algún detalle conmigo de esta forma y el me trae algo así, provocando esa molestia sensación en mi corazón que no quiero sentir.

Solo es una misión, no debo desviarme del camino.

— ¿Te comiste todo el chocolate? — consulta con una media sonrisa.

— Dijiste que el chocolate alivia las penas, espero que lo haga — acoto saliendo de mi habitación.

— Eso siempre nos decía mi mamá...

— ¿Tú mamá adoptiva? — le consulto.

— Si, Jazmín...

— ¿Quieres hablar de ella? — inquiero mientras salimos del cuarto.

— Volvimos al profesionalismo — comenta chasqueando la lengua.

— Todo lo que paso en estos últimos dos días, quedaron en el pasado y no hablaremos sobre el tema — sentecio pasando delante suyo.

Debo ser profesional y para ello tengo que alejarme de todo lo sentimental que se interpone en su tratamiento.

— Como diga, doctora — ironiza.

Un silencio nos abruma dentro del ascensor y se que esta enojado, pero esto es por su bien.

— ¿Me dirás algo? — pregunto.

— No, no tengo ganas de hablar — responde tajante.

¡Genial!

Orgulloso.

Lo dejo que se quede en silencio, no voy a lidiar con su enojo y por eso nuestra comunicación se haca nula hasta que llegamos a la Clínica donde su amigo esta internado.
Para más espacio decido quedarme afuera, en el lindo jardín con un café en mi mano mientras me pierdo mirando a las personas que salían y entraban al lugar.

Si quieren ver todas las emociones en un mismo lugar, solo deben pararse en la puerta de un hospital o una clínica. Se observa gente llorando de felicidad, otras por tristeza, angustia, preocupación y a veces alivio. Las expresiones de las personas dicen tantas cosas, que con sólo mirar podríamos saber que sucede.

— ¿Viktoria Brankovič? — dicen mi nombre haciendo que me giré para ver al hombre vestido completamente de negro y lentes de sol.

— ¿Disculpa? — inquiero desconcertada.

— Emilia Garcia manda a decirte que estés preparada, su padre viene por ti — me habla haciendo que frunce mi ceño.

¿Quién demonios es Emilia?

Difícil de Entender (6° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora