Capítulo 27.

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Cayden.

Mi cabeza parecía que iba a estallar, las voces retumbaban a mi alrededor y mis ojos se abren con rapidez topandome con la mirada de la mujer que es la causante de miles de sentimientos en mi cuerpo.
Viktoria está ahí, ella me observa con preocupación, haciendo que me sea inevitable que mi mirada vaya directamente a su vientre abultado. Las palabras de Sasha antes de caerme, sus comentarios que debía llamarla y las insistentes llamadas que había ignorado de ella se hacían presente en mi cabeza.

Seis meses.

Ese era el tiempo que no la veía y supongo que su embarazo es ese tiempo.

Seis meses de la noche que estuvimos juntos en Berlín. Esa noche que fue más que mágica entre nosotros y ninguno se había cuidado.

— Ese día... en la ducha ...

Me quedo en silencio dándome cuenta de que Sasha junto con su primo estaban ahí, delante nuestro. Mi amigo me da una mirada de advertencia, pero se alejan de nosotros en el momento justo.

— ¿Por eso me llamabas? — trato de incorporarme, pero el dolor en mi cabeza se me hace imposible.

— Cuidado — me pide.

Me quejo.

— Cuidado, Cayden — repite acomodando la almohada detrás de mi cabeza.

— Responde, Viktoria — le suplico.

— ¿No dudas ni un segundo? — inquiere.

— Es mio. El tamaño de tu vientre y tú me dijiste ese día que se te dificultaba tener sexo con otro hombre, que conmigo era diferente...

— Me diste confianza — murmura.

— No puedo dudar de esto. El bebé es mío — afirmo.

— Es una niña — dice sonriendo.

— Una niña — repito asustado.

Esto era mucha información. Me levanto del sillón sin importar nada. Viktoria me mira sorprendida, solo necesito pensar y tomar un poco de aire. En mis planes no estaba tener hijos, pero todo eso ya no era válido porque ella cargaba a mi hija en su vientre. 

¡Mierda!

Seré padre.

Una niña.

Doble mierda.

Seré padre de una niña.

— No tienes que ser parte de esto. No te estoy obligando...

— ¿Tú piensas que no quiero hacerme cargo? — la enfrento.

— No quería que te enteres de esta forma. Quería contarte, que puedas procesarlo, pensarlo, pero Alexandr y su falta de sutilidad lo han hecho de la manera correcta — acota tras un largo suspiro.

— Nos tenemos que casar — determino.

La única forma que pueda proteger de ella y mi hija es que nos casemos. Si la hago mi esposa, nadie podrá tocarla.

— ¡Qué! — exclama.

— Debo proteger a mi hija ...

— Nuestra hija, Cayden — me detiene frunciendo su ceño.

— Debo protegerlas de La Garduña, de mi padre biológico y de Emilia — digo tomando mi cabello entre mis manos.

Tengo demasiado peligro a mi alrededor.

— No necesito casarme contigo para poner proteger a nuestra hija. Tengo a mi tío Odik, a mi hermano y la Bratva, incluso podría hablar con Natasha y Geronimo Ferrara, para que me den la protección de las mafias Italianas.

Difícil de Entender (6° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora