Capítulo 24.

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Cayden.

Sevilla.

Me encontraba viviendo en la ciudad española hace casi siete semanas. Los entrenamientos con los Sokolov debían dar su fruto, soy un infiltrado dentro de la misma mafia que quiere que sea su lider. Mi padre biológico no ha parado de presentarme ante todo el mundo, mostrando lo orgulloso que esta que su único hijo varón será su próximo sucesor. No quería nada de esto, solo lo hacía para mantener a mi verdadera familia lejos del peligro, al igual que a Viktoria.

Hay días que la necesito, solo que no es lo correcto, he decidido dejar atrás todo y cuando esto termine alejarme de esto para no volver a pensar lo que sentía por ella.

No quiero nada que me recuerde.

— ¡Cayden! — exclama Emilia llegando  a mi lado.

— ¿Qué sucede?

— Nada — se encoje de hombros. — Solo quería saber si quieres salir conmigo a dar un paseo — agrega.

— ¿Y tú esposo? — le pregunto.

— De seguro con su puta italiana — contesta rodando los ojos.

— No entiendo como te gusta ser miserable con tu matrimonio — declaro.

Se que fue un matrimonio arreglado, pero ser así de miserable y fingir que no te importa lo que hace tu esposo, no es nada sano.

— Cuando tomes el poder dejaré de ser miserable — contesta.

Emilia se hace la buena hermana, solo que no me fio de ella y es por eso que estoy en alerta a todas horas. Son el fin que justifica los medios, quiere ser libre y para ello debemos matar a su padre y también a su esposo.

¿A donde me había metido?

— ¿Y el bebé?

— Seremos felices cuando ellos no esten en nuestra vida — dice con seguridad.

— ¿Y el padre del bebé? — pregunto.

— El padre de este bebé es Donovan y punto — determina dándome una mala mirada.

Suspiro.

Quiero terminar con todo esto.

Necesito recuperar mi vida y pensar que hacer luego que todo esto finalice.

— Tú amas a la chica — escucho decir a Emilia.

— ¿A quién? — cuestiono.

— A la chica que estaba contigo — la veo fruncir el ceño pensativa. — Viktoria — agrega con media sonrisa.

Maldigo internamente.

— No quiero escuchar ese nombre — mascullo cortando la conversación con mi media hermana.

No quiero que La Garduña sepa de ella y la usen en mi contra.

Estoy aquí solo por proteger a Viktoria de ellos.

Me alejo de ella para encontrarme en el medio del camino al donador de esperma, al cuál llamo padre por obligación.

— Padre — lo saludo.

— ¡Hijo! — exclama. Miro a las dos personas que lo acompañaban, un hombre de su misma edad y una mujer que no pasaría ni los treinta años. — ellos son Roberto Maldonado, mi amigo y ella Jara, su hija — nos presenta.

— Un placer conocerlos — miento.

Quiero retirarme para irme a mi habitación,  pero la mirada del que es mi padre me lo impide. Nos hace ir hasta el gran salón para conversar. No para de alardear sobre mí, como si conociera mi vida entera o haya sido parte de ella, pero no era nada cierto.

Difícil de Entender (6° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora