Capítulo 34.

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Viktoria.

Desde el momento que había llegado a Sevilla, tenía seis meses de embarazo y como las cosas se complicaron, no dejé a Cayden, sino que me quedé sosteniendo sus manos hasta el día de hoy donde dos meses después de mi llegada, todo el imperio de La Garduña cayó delante de nuestros ojos y en manos de su desequilibrada hermana, que primero mató a su padre y luego quiso hacerlo conmigo, induciendo a mi cuerpo a un trabajo de parto casi cuatro semanas antes de lo provisto. Al haber estudiado medicina, sabía que las complicaciones de un parto para un bebé y su madre eran peores en el momento que uno transcurría las treinta y dos semanas. Los temibles ocho meses traían más problemas que si hubiera nacido semanas antes.

No voy a negarlo, estoy demasiado nerviosa.

Se que el peligro al que fuimos sometidos no existe, porque ahora Cayden lo dejaba sin trabas para que ascienda a ser el lider de la mafia española.

— Los latidos son normales, el nivel de contracciones todavia es llevadero lo que dejaría claro que tengo entre cinco o seis centímetros de dilatación — determino mirando el monitor fetal.

— Ni en este momento puedes dejar de ser controladora — responde Cayden tomando mi mano para dejar un beso.

— ¿Controladora?

— Cariño, te gusta tener todo controlado para que nada salga mal. Eres metódica, evaluas cada paso y si amor mío, eres la una controladora — determina sonriendo.

En cierta parte tiene razón, me gusta tenerlo bajo control, para que nada salga mal, bueno hasta que nuestros sentimientos se mezclaron y eso si que no lo pude controlar, sino que se dispararon sin escalas.

Cayden es el hombre que nunca imaginé que podía llegar a mi vida.

— No se si tomarlo como un halago o un insulto — bromeo.

— Te amo, Vik. Gracias por siempre ser mi soporte — dice mirandome a los ojos mientras toma mis manos entre las suyas. — Tal vez el futuro que nos espera no es el que uno quiera, tengo miedo por tí y ella. La mafia será difícil ...

— Me crié dentro de la mafia, Cay. Quédate tranquilo que no nos pasará nada porque vamos a criar a una niña fuerte, sin miedo y lista para lidiar en un futuro con lo que será su organización — me acerco a besar sus labios. — Juntos lo vamos a hacer, vamos a cambiar la historia de La Garduña y serás un gran lider — vuelvo a besarlo.

— Te amo — repite.

— También lo amo, letrado — murmuro sobre sus labios.

Después de varias horas, al fin pude ser mi trabajo de parto, llegando a la dilatación justa para que puedan llevarme al quirofano para que mi niña llegue al mundo. No voy a mentir diciendo que estaba tranquila, cuando el nerviosismo empezó a ser más fuerte invertimos los roles porque Cayden era mi fortaleza en ese momento, siendo mi tranquilidad sosteniendo mi mano y diciendo que podía hacerlo cuando creía que ya mi cuerpo no quería seguir más.

— Uno más, Viktoria — pide la doctora.

Miro a Cayden, seca el sudor de mi frente y sonríe dandome fuerzas para dar el último puje sintiendo como sale de mi interior mi hija.

Un silencio se forma en la sala, siento mucho miedo por no escuchar su llanto hasta que nuestros oídos son inundados del llanto de nuestra hija.

Ella está aquí.

— ¿Papá quiere cortar el cordón? — le preguntan.

Cayden no responde solo mira a nuestra hija que justo es levantada para mostrarnos a nosotros como es. La soñé tanto por estos meses que asi rojita, llena de mucosidad y líquido, es la bebé más linda de este mundo.

Difícil de Entender (6° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora