Mutua

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          Mutua había estado deambulando desde el bosque rocas y pantanos hasta la cercanías de la ciudad de las rebeldes desde hace trece días. Luego de rodear el bosque, habían recorrido solo desierto.

           No importaba cuánta agua tomara, se sentía deshidratada constantemente. El sol inclemente atormentaba a los tres. Incluso el gato de rocas estaba cansado de llevarlos encima por tantos días.

         Hacía ya veintiún días que había salido de su clan. Desde que tenía memoria recordaba que había estado rodeada de sus hermanas, no las quería ni mucho menos las amaba, pero incluso su mediocre compañía le hacía falta.

          Lobra, su mentora era la única que la había comprendido y ahora tampoco estaba cerca de ella. Frecuentemente aparecía en sus sueños. Después de todo, a pesar de que estaba lejos, todavía la seguía protegiendo. Pero a Mutua le extrañaba que no fuese sido ella misma la que la que viniera a proteger.

          En su lugar la mentora Lobra había enviado a un Enano, Klauss hijo de Atsan y a Lancel. Aunque se veían letales y bastante atemorizantes, Mutua consideraba que eran incluso menos peligrosos que el mago que la había cuidado antes.

         Con el Enano Klauss, Mutua tenía grandes charlas cada noche viendo las estrellas. El frío los hacía hablar con tembladeras y dienteras. A veces los gritos de risa se escuchaban como ecos en el extenso desierto.

         El Enano conocía muchas historias interesantes, había estado viajando por varios países y continentes. Mutua le hizo tantas preguntas que sintió que ya conocía en buena parte el mundo de Alhel. Había tantas criaturas y seres que anonadaban a la joven de quince años.

         Lancel solo hablaba con Klauss y cada vez que la joven Mutua le dirigía la palabra él no respondía. A veces incluso la trataba como un animal que no entendía nada.

          A Mutua le intrigada mucho su armadura. Parecía ser constantemente opaca, un oscuro tan profundo que a veces parecía que podía atravesarlo como sí fuera un hueco o un abismo.

          «Será esa la magia oscura de la que hablaba el mago Garfald »,pensaba Mutua constantemente, pero era el menor de sus problemas, sus mayores preocupaciones eran el hambre y la sed.

          El gato de rocas era sumamente fiel a Mutua, no era muy diferente a otros gatos en actitud. Pero físicamente era más fuerte, rápido y se diría que más cariñoso y menos engreído. Aunque Mutua no sabía mucho sobre gatos, este ni siquiera necesitaba de comida.

           Normalmente Mutua comía siempre el mismo pan tieso que venía del continente Gicamet. Era la única comida que tenían sus guías.

          Según Klauss ese continente era parecido al continente Siafan dónde ellos estaban y Mutua había vivido toda su vida.

          La magia no era igual en estos dos. En el continente Siafan la magia estaba en cada rincón y era más como una energía que estaba ligada a los seres y a la naturaleza.

          En Gicamet la magia no estaba en el aire sino más bien solo en algunos seres vivos. Cómo Elfos, gnomos, ogros y sobre todo en gigantes y dragones.

          Por eso es que los magos y los hechiceros usaban objetos mágicos para adquirir poder. Aunque algunos magos nacían con este poder por razones desconocidas.

          El gato de roca parecía haber escuchado a su ama y le trajo en su boca una pequeña iguana que Mutua compartiría.

          El sol se estaba ocultando en colores verdosos, naranjas y morados en el cielo. Lancel y el Enano se pusieron a armar la fogata mientras Mutua intentaba encender el fuego como le había enseñado Klauss anteriormente, con un palo, madera seca y algo seco para servir de combustible.

Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora