Mutua

32 3 23
                                    

         Las mujeres le habían quitado la armadura a Lancel mientras estaba inconsciente, Mutua notó que tenía un cuerpo digno de un guerrero, sintió una sensación extraña que nunca antes había sentido, se sonrojó de tanta curiosidad por ver aquél pecho y abdomen del hombre que no llevaba camisa. Su cuerpo se veía duro como roca sin llegar a ser grande y grotesco sino más bien atlético.

        Era la primera vez que Mutua miraba a un hombre así y no al grotesco de su padre desnudo.

         No era la única que lo estaba mirando detalladamente, las Naturales lo miraban con deseo.

          «Vamos Mutua deja de mirarlo, es bastante extraño. Pero no sabía que los hombres podían llegar a verse así », pensó, y se obligó a voltear su mirada. No era más que simple curiosidad de una niña que jamás había visto a un hombre de verdad, sin embargo no se sentía atraída por él.

         —No debería dejar de usar la armadura por tanto tiempo chicas, por favor prestenme atención, lo que les digo es muy importante —dijo Lancel observando la armadura. Llevaba rato pidiendo que se la regresaran.

        —Con esa magia es que controlas la magia oscura. Así que no podemos regresartela hasta ver a la reina —respondió una de las Naturales que se sonrojaba al verlo.

        —Vamos hermosa mujer. Hablo en serio... Prometo recompensartelo más tarde —dijo y Mutua casi notó como hipnotizaba a la mujer con su voz y sus ojos.

         —¡Oye, atenta. No le vayas a dar la armadura a ese hombre —ordenó Roeo y la mujer Natural tragó profundo y obedeció.

         —Puffs. Ja, sí son tontas, dejándose manipular por un hombre —dijo la joven Ovaren, Mutua la miró, parecía muy segura de sí.

         Las Naturales trajeron en hojas de árbol pescados  cocinados, estaban envueltos. Como en un desfile aparecieron pequeñas criaturas florales. Tenían voces chillonas.

          —Tome... Coma esta manzana y esta piña está bastante fresca —dijo la mujercita que parecía un girasol vivo.

          —Uvas, coman uvas —dijo la segunda que era más bien un tipo de orquídea.

        Mutua no rechazó nada. Comió todo, saboreaba cada cosa y sentía que comía solo perfección. Era la primera vez que comía pescado pero le fascinaba y las frutas sabían aún más dulces que en su propio bosque.

        Klauss por su parte pedía más comida. Los enanos se conocían por comer incluso tres o cuatro veces más que los humanos comunes. A pesar de que comían todo tipo de comida. Preferían la carne y el cerdo.

        —Este pescado está delicioso, tanto que me lo estoy tragando con todo y espinas —rió  el enano calvo. Y tosió como sí se ahogara pero se dio dos golpes en el pecho y siguió comiendo.

         Lancel estaba como desanimado. Mutua reconocía su atractivo sin armadura pero no se veía tan imponente como antes. Algo le pasaba. Sin el casco se notaba que tenía el cabello casi rubio. 

          —¿Te sientes bien? —preguntó Mutua.

          —Niña, es muy importante que me ayudes a conseguir esa armadura. No puedo estar mucho tiempo sin usarla.

          —¿Pero por qué, a caso hiciste una promesa a un dios o algo así? —preguntó Mutua que veía al hombre ansioso y hasta creía que lo había visto temblar.

          —Esa armadura no solo me protege a mí. También los protege a ustedes —dijo Lancel serio mientras comía. Las mujeres Naturales, no dejaban de observarlo y tenían su armadura bastante lejos de él.

Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora