Flecha

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          —Trata por favor de aguantar la risa no podemos hacer mucho ruido o nos escucharán, tienes que aguantar —ordenó Willy Cromo a un Níquel que todavía se estaba riendo pero esta vez con menos fuerzas. Flecha y él lo habían cargado hacia una cueva desde aquél lugar donde lo mordieron los murciélagos.

          —Yo sé cómo parar esto —aclaró Níquel en medio de carcajadas y retorciéndose de dolor —La caja... la caja que cayó del cielo— Déjenme atrás.

          Ambos intentaron analizar la situación, sí querían salvar a Níquel debían dejarlo solo. Sí los dos se separaban a buscar la caja era más probable encontrarla.

         —Debemos separarnos y buscar la estúpida caja, yo iré al este —dijo Willy Cromo. Flecha asintió... Así que sin dudarlo el fortachón salió de la cueva.

          —Resiste, volveré por ti, te lo juro —le dijo Flecha a Níquel antes de salir.

          Flecha se tomaba muy en serio sus juramentos, salió de aquella cueva y dejó su APA vacía, tomó su arco a medio hacer lo amarró con una liana a su espalda y empuñó su espada amellada no quiso quitarle la de Níquel porque seguro sería su único método de defensa en esa cueva.

          Flecha recordaba la dirección en la que se dirigió su grupo ya era de día y todo olía a humedad, no sabía si el día era más seguro o más inseguro que la noche. Siguió corriendo dentro del bosque esperando no perderse, El bosque tenía grandes árboles muy altos y todo el lugar era verde iluminado por los rayos del sol que pasaban a través de las hojas que se encontraban en las alturas. Los arboles, las yerbas, plantas y flores parecían susurrar cosas entre sí.

          Mariposas de todos los colores volaban de un lado a otro junto a aves de color azul muy pequeñas. Flecha nunca había visto un bosque tan vivo, pero a pesar de que estaba fascinado con la belleza de aquél bosque no tenía tiempo para detenerse a ver tantos detalles. Siguió corriendo hacia donde había visto correr a su pelotón. Se escuchaba una cascada cerca pero no podía ver el agua por ningún lado, no tenía mucha sed, tenía un poco de agua en una botella que tenía en su traje.

          —¡Cuidado! —escuchó un susurro y volteó para mirar pero no vio nada, hasta que lo que parecía un árbol tomó la forma de un alce gigante lleno de yerbas y flores con ojos brillantes que lo golpeó con una de sus astas de más de un metro de largo haciéndolo volar lejos. Su cuerpo se golpeó contra un árbol y rompió sus piernas y varias costillas, escupió sangre de la boca.

          Flecha apenas podía moverse, estaba muriendo. No iba a poder cumplir su juramento. El alce cubierto de yerbas verdes y ojos dorados ahora solo estaba comiendo de una planta como si nada hubiese pasado. Le costaba respirar y ya no podía levantarse, sus piernas estaban rotas, pero él era de los que se rendía fácilmente juró que volvería y no podía rendirse, pero su cuerpo estaba roto por dentro.

          Al simplemente parpadear pudo ver a su padre... Recordó el momento exacto cuando lo llamaron Flecha, ese momento en el que acertó tres blancos en movimientos en dos segundos. Así fue como ganó aquella competencia... Su padre no supo en aquél momento si sentirse orgullo o sentir tristeza al saber que su hijo sería vendido cuando alcanzara la mayoría de edad.

           Una lágrima salió de su ojo, sospechaba que nunca iba a ver a su padre de nuevo pero si moría eso se volvería certeza. Al menos Níquel todavía tenía la posibilidad de que Willy Cromo lo salvara.

          —¡Escucha atentamente! —susurró aquella voz que venía de todos lados, sonaba como una voz femenina muy aguda en el viento y los arboles —. Arrástrate hacia donde escuchas las aguas caer —Flecha no comprendía de donde venía aquella voz pero no tenía más opción que hacerle caso.

Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora