Misa

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          Las Butis y la diosa Misa estaban siendo guiadas por la misma guardia real de la ciudad de las rebeldes.

         La diosa tenía que hablar con la reina, para ella hubiera sido más fácil llegar escondida como cualquier animal. Pero sabía que le tomaría bastante tiempo encontrar a la reina. Así que necesitaba una guía.

         Misa se había quitado su armadura y estaba usando un traje de Pova igual que sus hijas las Butis además estaba cubriendo su cabello casi dorado con una capucha, las mujeres de la guardia real sospechaban que era una bruja pero todavía no se imaginaban que estaban ante una diosa. Aunque las elfos notaban su extraña energía emanar de ella. Misa había dicho que se llamaba Nilda.

         Senderos inmensos con colinas hermosas dónde también se respiraba aire puro y mágico, Misa como todos los dioses sabía que la magia era peligrosa y un lugar tan cargado de magia representaría un obstáculo para su visión.

         En definitiva necesitaba aliados, no iba a poder enfrentar a todo un mundo ella con sus hijos sola.

          Iban sobre carruajes que eran arrastrados por golems de rocas, Tanoria y otras cuatro mujeres estaba con ella dentro, mientras las otras estaban en otros carruajes y aunque todas dudaban del plan no cuestionaba para nada a su madre.

         A Tanoria le preocupaba que hicieran regresar a Ramán con casi todas sus armas. Con lo único que las habían dejado pasar había sido con sus armaduras, dagas y la espada de ácido filoso.

         Era extraño pero Misa tampoco podía sentir mucha vida animal en el lugar, ni siquiera podía controlar a los golems ellos eran otra clase de raza hecha con magia. Sintió solo aquellos animales domesticados en granjas y otros que vivían en calles.

          Los carruajes habían sido creados por los Latem, en el puerto donde había llegado antes, notó que las pálidas aunque pocas estaban en varias partes del puerto, creando mecanismos de pesca y también de embarque luciendose con su talento de crear mecánica.         

          La madre Misa estaba sorprendida, no creía posible que la ciudad hubiese avanzado tanto. Tenían un orden increíble, estaban organizadas de tal manera que no les fue muy difícil localizar el lugar donde ellos iban a aparecer, a pesar del inmenso mar.

         La diosa recordaba más que todo cuando la ciudad de las rebeldes era solo eso. Una pequeña ciudad donde en su mayoría estaban las mujeres que habían escapado de Gicamet. Durante las muchas batallas y guerras que ahí habían.

         Recordaba que había cierta variedad de razas de mujeres que llegaban con el pasar de los años. Pero eran mínimas.

         Ahora las cosas eran diferentes, había todo tipo de razas. Cada una se desempeñada en aquello que hacían hacer mejor. Confiaban las unas en las otras. Incluso la diosa se había extrañado cuando vio a mujeres de Pico entre ellas, esa raza reptilinea se comportaba como cualquier otra mujer. También observó hombres del país de Senod, la elfo de cabello corto rosado llamada Bellis le había comentado que los hombres eran comprados para seguir procreando.

         Lo más curioso era que cuando los niños nacían varones eran regresados a la isla de Senod a ser criados desde allá. Mientras que cuando nacían hembras podían quedarse y ser quienes ellas quisieran. Esto había hecho que muchas de las razas se combinaran con híbridos de hombres de Senod común.

         Las mujeres podían decidir con que hombre de Senod tener relaciones pero sino querían tener descendientes simplemente no los tenían. Muchas de ellas preferían la compañía de otras mujeres.

Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora