—Oye —susurró Liana —. No me dijiste que la hija del magnate era tu novia —sonrió.
—¿Magnate? —preguntó Flecha.
—Básicamente su papá controla el país.
—Sí ella es mi novia —dijo Flecha y notó que ella se acercaba.
—¿Pasa algo? —preguntó Astrid Oro y los dos negaron con la cabeza —. Hay un campamento de los hard allá adelante, de haber avanzado un poco más en el automóvil nos fuesen escuchado —dijo Astrid para que todos la escucharan.
—Imposible —recalcó el superior —. He recorrido estos lugares varias veces y nunca habían estado tan cerca.
—Todos estén alerta —expresó Edmon —. Después de todo es normal, ya que el mundo se ha alborotado, la diosa Misa, las recientes rebeliones —Edmon no pudo evitar mirar a Flecha quien sabía que estaba pensando en la rebelión de los Senod cuando lo dijo.
—Con ellos allí en esa zona no podremos seguir avanzando —dijo la soldada de apellido Plata. Flecha no se había dado cuenta que llevaba unos extraños guantes que le llegaban hasta los brazos, parecían metálicos. La mujer se notaba más fuerte de lo que parecía a pesar de que era la más pequeña del grupo. Ella tenía el cabello muy largo y solía amarrarlo con trenzas o al menos así la había visto siempre Flecha.
—Esperemos que se duerman —sugirió Ramón, pero como todos los vieron con una mirada crítica no dijo más.
—¿Y sí secuestramos a uno de ellos y los interrogamos por posibles puntos débiles? —dijo Jaime Aluminio, quien no había hablado en todo el camino.
—Recuerda que no podemos ser detectados estúpido —dijo Astrid y Flecha le hizo un pequeño gesto y ella articuló con los labios un pequeño “lo siento” que solo él entendió.
—Distraerlos —dijo el soldado Estaño que tenía un momento analizando la situación —. De una forma en la que no nos puedan ver, uno de nosotros podría hacerlo mientras el resto avanza.
—Ninguno de nosotros es tan rápido como para hacerlo sin que lo atrapen —dijo Albert —. ¿Además, luego como podría volver con nosotros?
—Hay uno de nosotros que puede hacerlo —dijo Edmon y miró a Flecha, todos lo miraron —. Pero tendrías que darnos todas tus cosas, no es buena idea que te vean con ellas también tienes que convertirte completamente en un…
—Sí, ya entendí —dijo Flecha.
—Debe haber otra forma —cuestionó Astrid.
—Sin sentimentalismo —Edmon Plomo habló serio —. Sé que va a volver, es un buen soldado. Astrid asintió.
—Entonces quítate la ropa chico bala o chico flecha —Sonrió Albert —. Quiero ver si eres tan rápido como dicen.
—Sí es tan rápido como los otros hombres bestias de aquella isla entonces lo logrará —dijo el soldado estaño —. No te preocupes, yo me aseguraré de que volvamos por ti si hay algún problema, después de todo ha sido mi plan. Flecha asintió.
—¿Pueden darse la vuelta?
—Ja, ja, ja —rió Albert —. Es tímido.
—Voltéense —ordenó Edmon plomo y Flecha comenzó a desvestirse, soltó todo excepto su collar a quién le susurró que apareciera en el momento indicado. Fleca tomó dos pastillas una para transformarse y otra por sí necesitaba deshacerlo. Mordió la primera y la segunda la mantuvo escondida entre sus dientes.
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Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)
FantasíaHerederos de Alhel es una historia de un mundo moldeado por los dioses donde existen toda clase de criaturas, sociedades y creencias. Parte del mundo está regido por la magia y otra parte por la ciencia y la tecnología, países luchan por la desigual...