Mutua

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          «Al fin libre », pensó Mutua. La despedida había sido muy extraña, probablemente por las condiciones en la que ella había ganado su libertad, se hallaba airada la calma no era su fuerte, no era justo que ella haya logrado su libertad de manera justa y ahora su padre la persiguiera para asesinarla.

          Lobra su mentora fue muy clara con las palabras que le dijo, ahora su misión era ir con las mujeres libres y refugiarse con ellas y no podía dejar que nadie se diera cuenta que ella era una Natural.

          El bolso que llevaba ya le pesaba y como nunca había usado ropa ni botas, sentía que le incomodaba a tal punto que le picaba.

          Agotada de tanto caminar se detuvo a revisar el bolso. Tomó un envase con agua y bebió, habían varias frutas pero tomó una manzana.

          «¿Por qué me besó en los labios?», pensó Mutua, había querido obviar ese detalle mientras caminaba casi sin rumbo por el desierto que empezaba a ponerse frío, llevaba ya unas horas caminando. Aunque lo quería obviar no había podido y pensar en eso la sonrojaba. No tuvo ni tiempo de preguntarle a su mentora porqué lo había hecho.

          Ahora solo tenía que concentrarse en llegar a la ciudad de las rebeldes su mentora le había contado varias veces que la mayoría de las mujeres libres iban a este lugar para trabajar o para cumplir sus sueños aunque Mutua siempre pensó que había más... ¿Sí la libertad era tan buena por qué su mentora Lobra había regresado con su padre?

          Los clanes eran las únicas zonas con agua en el país Natural por lo que alrededor de estos clanes solo habían en su mayoría zonas desérticas, la magia natural era la que daba vida a los clanes del país Natural.

          Solo habían pasado algunas horas y era la primera vez que Mutua salía del clan, la arena amarilla durante el día reflejaba la luz del sol por lo que estaba muy caliente y en la noche absorbía el frío. Mutua agradecía que ya fuera de noche porque no aguantaba el sol.

          «¡Qué fastidio! Dudo que esto realmente sea libertad », pensó Mutua. «Lo peor de todo es que este es apenas el primer día y según el mapa aún falta bastante... Me pondré esta túnica marrón y un par de vestimentas para cubrirme o moriré de frío, debe haber algo más que me ayude ¿Pero qué».

          No había mucho que pensar Mutua miró a su alrededor y todo era simplemente arena y la única luz era la de la luna y las estrellas, ella no estaba acostumbrada a caminar tanto tiempo y mucho menos comer poco.

          Solo había caminado alrededor de nueve horas, ya sus pies y piernas no podían más, se había comido una manzana y una pera hace apenas unas horas, no era ni la mitad de las que acostumbraba comer. Mutua siempre creyó que era una mujer fuerte pero ahora que estaba fuera del clan se había dado cuenta que era simplemente una niña.

          Se sentó en la arena para contar las frutas; había veintinueve manzanas, veintinueve peras, ocho naranjas y unas cien nueces grandes, también encontró diez monedas de oro del tamaño de su palma, reconocía el escudo en el sello de las monedas. Una mano gigante agarrando hombres. El escudo de los Hard.

          Algo filoso estaba al fondo del bolso, era una daga dentro de su guarda.

          No habían muchas armas en los clanes pero esta daga ella ya la había visto, le pertenecía a su mentora, Mutua podía recordar su simetría, su doble filo y su mango blanco, su mentora le había dicho que el mango estaba hecho de hueso de dragón pero nunca le había creído, aunque el tallado de dragón del mango le parecía muy bonito.

Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora