Mutua

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          —Lancel, sé que no te agrado, pero ¿Podemos hablar?—dijo Mutua, en todo el viaje había estado intentando entender tantas cosas.

         Estaba amaneciendo y se vislumbraba a lo lejos la elegante magnificencia de la cúpula de la reina. Pronto llegarían al puerto. El barco ya empezaba a detenerse.

         Lancel miró a su alrededor y solo estaban ellos, así que asintió.

         —¿Qué quieres niña?

         —Toma esto —dijo Mutua, refiriéndose a una perla. Esa misma que había utilizado el mago Garfald para desaparecer la última vez.

          —¿Para qué quieres que yo tenga esto? —preguntó Lancel, él recordaba que el mago gordo la última vez había tenido un combate con él.

          —Sé que ellas no me harán daño a mí. Pero no estoy seguro de como reaccione la reina con ustedes dos —Mutua por un momento parecía preocupada y sintió que hirió su orgullo.

          —¿Te preocupamos? —preguntó Lancel y sonrió —. Está bien, después de todo ya cumplimos con nuestra misión, estás a pocos pasos de la ciudad de las rebeldes.

          —Sinceramente no quiero que los maten por mi culpa.

          «Definitivamente odio a este hombre », pensó Mutua.

          —Me la quedaré —dijo serio Lancel.

           El barco se estaba deteniendo al llegar a la orilla.

           —¡Tierra a la vista! —gritó Ovaren emocionada, tenía su brazo,  abdomen y espalda vendados —. Hogar dulce hogar.

           —Ovaren, por favor comportate, recuerda el nivel de seriedad de los asuntos por los que vinimos —soltó Roeo la elfo seria. Lucía más preocupada que de costumbre.

           —La última vez que estuve aquí esta ciudad no era tan grande —dijo Klauss.

           —¿Ya habías estado aquí? —preguntó Mesia, la Ani tenía la piel de un color aguamarina que denotaba un poco su curiosidad.

           —Klauss... No hables de más, recuerda que cualquier cosa que nos digan determinarán lo que harán con nosotros —ordenó Lancel y el enano entró en razón.

           —Lancel, lamento decirte que a la reina tendrás que decirle todo, sino lo haces, ella encontrará la forma de saberlo. Y a penas lleguemos al puerto nosotras no podremos hacernos responsable de ti —aclaró Roeo.

            —¡Pero nosotras podemos opinar, ellos solo vinieron para ayudarme a mí y a Lobra! —gritó Mutua.

           «Admitelo Roeo, Lobra es tu debilidad », pensó Mutua.

            —Iremos todos, y diremos solamente la verdad cuando la reina nos lo pregunte.

          Mutua estaba emocionada y asustada el lugar lucía muy diferente a todo lo que ella había visto antes, casi no había nada de naturaleza, todo era de un tono grisáceo como el color de la roca, las casas también estaban hechas del mismo material y también de madera y vidrio.

          El ambiente estaba tenso varias soldadas esperaban en el puerto, también había poblerinos viendo, todos parecían ser de algún tipo de nobleza, sus hogares eran ordenados y civilizados, así como también sus vestimentas delicadas. Había más hombres de los que ella pudo haber imaginado. Pero no eran de una raza extraña, más bien parecían comunes.

Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora