Line

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          El sol arremetía sobre su cara despertándola, el cielo estaba muy azul y la arena entre húmeda y cálida bajo de ella se le metía en las botas y el saco de cuero marrón que se había robado para pasar desapercibida.

          Se las había robado a un viejo borracho que se había quedado inconsciente, por suerte ese borracho era un jinete de agua. Line se había quedado dormida en aquella playa mientras intentaba ocultarse de aquellos hombres que la buscaban para venderla, no toleraba la idea de ser vendida.

          Cansada se sentó en la arena, estaba deshidratada, sus labios estaban quebrados y su piel se pelaba, vio a un niño con ojos pequeños y oscuros de piel blanca chamuscada con el sol un poco más que bronceada y pelo negro pero casi rapado por completo, de seguro no tenía más de de ocho años. El niño estaba en la orilla sacando unas cuantas ostras del agua. Line Sabía que si quería huir de la esclavitud tendría que irse de la isla de los esclavos Senod, y para eso necesitaba monedas de oro. Se le había ocurrido una idea al ver aquél niño sacando esas ostras.

          —Oye niño —le gritó sentada desde lejos y él a penas y pudo escucharla, volteó desorientado sin saber si lo llamaban a él —. Sí tú, el de ojos pequeños.

          —¿Me hablas a mí? —preguntó el niño que se había acercado a ella con una red donde tenía varios pescados y unas ostras que aún no había abierto —. Yo no tengo los ojos pequeños y tampoco soy un niño ya tengo diez años —aclaró el niño, parecía ofendido de que le dijeran niño, y aunque tenía diez años parecía de siete u ocho años.

          —Para mí pareces de siete —refutó y le sonrió casi burlándose —. De igual forma aunque tengas diez años sigues siendo un niño.

          —¿Solo querías molestarme? —preguntó nuevamente el niño que se estaba hartando, su maestro le había prohibido hablar con extraños y más si se trataba de una jinete de agua. Pero era la primera vez que le hablaba una chica que no fuera su prima —. Mejor me voy.

          —No, espérate. Discúlpame —se disculpó, no podía permitir que ese niño se fuera porque lo necesitaba para poder salir de la isla que odiaba, Line siempre había sido muy manipuladora —, Yo tengo veinte años —mintió porque solo tenía dieciocho —. Soy Line, ¿Tú cómo te llamas?

          Ella sabía que el niño creía que era una jinete de agua por la ropa que ella llevaba puesta, su saco de cuero tenía trazado en la espalda unos caballos que corrían sobre olas, Line sabía muy bien que los jinetes de agua usaban barcos y botes para moverse a través de los mares pero el resto de los esclavos de Senod les decían Jinetes de agua y a sus botes caballos de madera.

          Line no era una de ellos más bien todo lo contrario, los odiaba y los despreciaba. Tenía sus razones. Los jinetes de agua eran los que vendían a los jóvenes de dieciocho años del país-isla Senod, vendían a los jóvenes con dones a cualquier otro país y también a las chicas hermosas que nacían.

          Senod era un país-isla neutral, por largo tiempo los Senod habían sido entrenados por los mejores maestros y con el más duro entrenamiento de todo tipo; cocina, pescadería, nado, carpintería, arte, arco y flecha, monta de caballo, herrería, esgrima, uso de armas como hachas, martillos y en un sinfín de cosas más.

          Todo aquello que requería de habilidad y esfuerzo los Senod lo enseñaban y lo vendían. Esa era la razón por la que Line odiaba el país en el que había nacido y que quería venderla como si fuera un objeto.

          —No tengo nombre todavía —respondió.

          —¿Te parece sí te digo hombrecito entonces? —preguntó, y puso su mano sobre su cabeza rapada y la acarició.

Herederos de Alhel: Ciencia y magia (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora