La calma y silencio de la noche se encargaban de velar los sueños y el descanso de aquellos dichosos que eran capaces de tomar el privilegio de la relajación, postrados sobre suaves y cómodas camas o incluso bajo la mirada del infinito firmamento de lejanos brillos resplandecientes.
El respeto del momento fue, incluso, tomado con responsabilidad por los animales, no permitiendo siquiera al más pequeño de los grillos emitir su acostumbrada melodía.
Silencio apacible en compañía del viento amable que buscaba la manera de invadir las viviendas y construcciones de la zona, esperando encontrar vida a la cual brindar de su sensación fría a los desprotegidos.
Pocos aquellos, desdichados y desafortunados, con obligaciones inquebrantables que debieran dejar aquella especial noche para cumplir con sus deberes, o bien, soportar el trago amargo de la maldición del insomnio e imposibilidad de conciliar el sueño; tal y como aquella mujer que aún postrada en su cama, con el cuerpo cubierto por las mantas de la pulcra cama y unida al brazo de su amado, se mantenía con los ojos cristalinos, conteniendo cualquier posible sonido o movimiento que logrará perturbar y destruir toda la calma.
Las pesadillas se hicieron presentes, está vez trasformando la escena de aquello a lo que creyó encontrarse ya acostumbrada.
Las angustias y preocupaciones de los últimos tiempos terminaron por invadir la zona más profunda de su mente, aquel terreno oscuro donde sus temores se permitían pasear con libertad, mostrándose como tortuosas pesadillas, agregando al terror de la batalla nuevos actores que jamás deseo presenciar.
El escenario de catástrofe dónde el miedo y la negación fueran dominantes, ahora no solo mostraban la caída de sus aliados y posterior acto de muerte para aquel con quién compartía cama e intimidad, sino que la obligó a presenciar los más desagradables momentos al divisar dentro de todo aquello a sus aguerridos pequeños combatir con todas sus fuerzas, para caer víctimas de un inevitable final donde la tierra misma se encargó de consumirlos mientras profetizaban llamados desesperados y agónicos en su nombre, culminando en gritos taladrantes que dieran paso a los reclamos furiosos de aquella ilusión maligna de Géraki solo antes de repetir el patrón final de ella tomando su vida.
Los ejercicios de calma no fueron suficientes, sin embargo, agradeció el autocontrol que ahora era capaz de utilizar, evitando despertar y alarmar al elfo que, con misma dificultad, había logrado conciliar el sueño, finalmente aceptando tomar los pétalos que demostraron su sorprendente efectividad; solo una de las pocas cosas que podía agradecer al chamán.
Con movimientos lentos y precisos, se encargó de escapar del agarre del elfo, permitiendo al varón continuar en su letargo mientras ella abandonaba por completo la cama, imperturbable del entorno frío que invadió su cuerpo desprotegido.
Sus pies descalzos le permitieron transitar por la habitación, esquivando las prendas de ropa que se mantenía regadas por el suelo, hasta finalmente alcanzar el cuarto de baño, donde logro encerrarse y permitir a los ya acumulados sollozos y anhelos de llanto desgarrador escapar.
Aquella visión de si misma le resultaba repulsiva, impropia de la imagen siempre fuerte y dominante a la que se había acostumbrado, su seguridad era tan firme como un agrietado cristal, ni siquiera en sus tiempos bajo la maldición del Lordem se enfrentó a una desesperación y pánico tan grande como las que ahora perturbaban su mente en aquellos momentos, simplemente no lograba encontrar la manera de arrancar de su subconsciente la participación de sus pequeños en tan horrible pesadilla.
Su llanto, aún controlado por su deseo de no perturbar el sueño ajeno, fue secuenciado a su necesidad de clavar sus uñas dentro de tu propia piel, encontrando desesperante alivio en el dolor. Ahora que no podía recurrir a la imagen de sus pequeños para saberse a salvo, la posibilidad de dañarse le valía para asegurar que aún se encontraba en el plano de los vivos.
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Onirkos
FantasyLos estragos del pasado continúan resonando cual eco en la vida de aquellos que se adentraron a las tierras desconocidas, enfrentando los males impensables y escapado en los mares de la tristeza y la perdida; el tiempo a pasado y algunas cicatrices...