Capítulo 34: Territorio de las bestias

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Las violentas sacudidas del barco causaron, por nueva ocasión, la caída abrupta de los combatientes que luchaban por mantenerse firme en su duelo de resistencia para repeler aquellos numerosos tentáculos gigantes que les tenían aprisionados, amenazando su seguridad al lograr el nacimiento y crecimiento de daños y rupturas en lo que anteriormente fue una nave completa.

Los movimientos de ataque y evasión, correspondientes a una ya experimentada y concentrada cazadora, lograban atinar cada uno de los impactos, cortando, rasgando e incluso amputando grandes trozos de carne de aquellos tentáculos que amenazaban con dejarles varados en el mar. Junto a ella, los gritos y figuras corpulentas de dos de los guerreros lobo se unían a su danza de cortes, preservando la funcionabilidad del barco.

— ¡Tienen que liberarla ya! —Gritó con fuerza la mujer mientras cercenaba otra de las puntas de aquellos tentáculos, centrando su atención en las criaturas de brillantes escamas azules que habían logrado abordar el barco, amenazando con dientes puntiagudos y dos pares de brazos equipados con filosas garras con aletas.— ¡Encárguense de esos! —Un lanzamiento de la cuchilla atravesó con facilidad la cabeza de uno de esos seres, guiando el camino a los guerreros lobo para defender la cubierta mientras ella continuaba repeliendo los molestos tentáculos.

 Su único enemigo no se encontraba oculto dentro del mar, por los aires también se mostraba una feroz batalla en contra de dos grandes bestias aladas, una de ellas con brillante y flameantes plumas naranjas, sacudiendo sus cuatro alas mientras su extendido pico de brillante tono azul emitía gruñidos de indicación al resto de pequeñas copias que brotaban de sus plumas, comandando el ataque a quienes intentaban acercarse, manteniendo ocupados a la insistente hada de habilidades de viento, el guerrero lobo que la protegía y el molesto mestizo Phironex que insistía en alcanzarle.

La segunda gran criatura que reinaba por los cielos demostraba una actitud de mayor hostilidad, cuatro pares de alas desplumadas rodeadas por violentas llamaradas de fuego purpura que demostraban contar con conciencia propia, escapando de su zona de origen para lanzarse en combate en contra de los dos espectros que intentaban acercarse. La parte superior de la criatura contaba con dos grandes cabezas de un solo cuerno curvo sobre la frente, peligroso e intimidante como el extenso pico filoso de color gris que se mantenía como prisión y arma de muerte para la criatura abisal a la que luchaba por escapar.

La ráfaga de flechas de luz mantuvieron su secuencia ininterrumpida surcando los cielos, no perdiendo esperanza en asestar un golpe aun cuando estas parecían desvanecerse al aproximarse a uno de los objetivos en movimiento.

— ¡Dispara a los de aquí! —Rydtcher mantenía un combate armado con una vieja caña de pescar contra las criaturas escamadas que amenazaban con atacarlos a él y su concentrada hermana.

— ¡No, la cercanía los hará explotar y dañarnos a nosotros! —Advirtió Géraki respirando con dificultad, siendo el infortunado en descubrir que acabar con aquellas criaturas con golpes directos los hacía estallar, prueba de ello su estado de cansancio y los reconocibles nuevos daños en su prótesis.

— ¿¡No pueden hacer algo para deshacerse de estos malditos!? —Los llamados de Kia fueron reconocidos por el par de hombres que mantenían su concentración en evitar que el barco se destruyera por completo.

— ¡Elige, esas cosas o el barco, no podemos con ambas! —Amenazó Vipmon, cuya misión fuera evitar la mayor destrucción de la nave, empleando sin realmente quererlo parte de la energía de Suhail, cuya mismas expresión de agobio amenazaba con un desfallecimiento prematuro.— ¡Es la energía de uno dividido en dos!

Un grupo de criaturas escamadas intentó saltar al espacio protegido donde los dos hombres mantenían su lucha por conservar la integridad de la nave, sufriendo una rápida incineración como prueba del poder aun existente por el anciano Phironex, quien fuera firme a su trabajo de proteger a quienes protegían su propiedad.

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