Onirkos

Capítulo 25: Aqmerly

Las tensiones, temores, desconciertos y nuevas inseguridades y desconfianza compartieron escenario dentro del nuevo y crecido grupo; sentires encargados de llevar al límite las alguna vez existentes relaciones de apoyo.

Cazadores aún en trabajo de asimilación ante las revelaciones dentro de su propio núcleo familiar, siendo Kia quien demorará mayor tiempo en procesar cada nuevo dato de información adquirida mientras mantenía la vigilancia y atención en el estado lento de recuperación del elfo, solo encontrando un mínimo de calma al conseguir la ayuda y materiales necesarios para salvar la integridad de su pareja, velando además por el estado de afectación emocional de sus pequeños. Para el elfo la situación no era diferente, agregando a su propia lista la impotencia de su actual estado de postración, prueba de que sus males se encontraban dispuestos a empeorar con el regreso de los dolores de cabeza a los que los ya escasos pétalos no lograban repeler; pesares físicos y mentales que amenazaban con desgastarle por completo.

Los pequeños se mantenían cerca, preocupados por el estado de su padre, debiendo aceptar las respuestas calmantes de su madre y la desagradable espera para hablar sobre todo lo sucedido, teniendo a Lusyé con la mayor de las inquietudes, enfrentando la sensación de ser causante de todo lo sucedido, aún cuando su propio hermano se encargaba de mostrarle el error en sus pensamientos. Rydtcher, sin diferenciarse mucho de los sentires de su hermana, había decidido confiar en las palabras de su madre, esforzándose por compartir la pequeña calma obtenida para con la pequeña de coletas, aferrándose a la idea de que todo mejoraría después de lo sucedido, aunque sus propios pensamientos no le permitían disipar una queja incómoda y de naciente rencor no deseado en contra de la mujer abisal con la que habían mantenido distanciamiento.

Después de que el poder de Arkan la dejara una vez más fuera de combate por varias horas, su despertar representó un estado de alerta y temor para todos, aún latente al observar su expresión de confusión, declarando no comprender lo que sucedía solo momentos antes de contradecirse antes de adoptar una postura amenazante junto a sus gruñidos en contra de las figuras de Kia y Vipmon.

— "Tienen un aroma amenazante y peligroso"

Fue lo único que logro comunicar con ayuda de la divertida Lúika quien, para sorpresa de todos, fuera la encargada de llevar y mantener apartada a la abisal de todos, obligándole a permanecer en un estado comatoso.

Su figura, acurrucada sobre el suelo solo cubierta por una manta, se mantenía en vigilancia ante los ojos del pequeño, enfrentando el complicado juicio de considerarla o no como un enemigo. Les había ayudado durante bastante tiempo, pero también fue la causante del estado dañado de su padre; la balanza era compleja a determinar un título.

Con el otro par de hermanos las palabras fueron más amargas, la mente de ambos enfrentó el fuerte derrumbe psicológico de la revelación ante la verdadera identidad de Arkan, quien, como el verdadero niño que siempre fue, no logró contener sus impulsos primitivos ante el duelo de la realidad, cayendo víctima de la negación y una ajena ira hacia si mismo y todo lo que le rodeaba.

— No pude vivir, no pude morir, ¿Qué es lo que se espera de mi?

Cada uno de sus murmullos era de inquietante escucha para el también afligido Vipmon, cuyo enojo regresará a sus fuentes primarias con Fiavaron, con el Enercante por haberles mentido y consigo mismo por su incapacidad de sospechar algo.

— Serás el tormento de tus enemigos, y el mar de vacío para tus seres cercanos —Se burló la Banshee, incapaz de mantener distancia de aquella nueva fuente de sufrimiento y agonía que representaban los hermanos, asechando sin disimulo alguno al único cuyo corazón continuaba latiendo— ¿Por qué otra razón mantendrías la necesidad de ser útil para él? —Señaló al varón de nueva expresión ceñuda— Él te trajo para que te alimentaras de sus penas y pesares, que le otorgaras la calma que no es capaz de obtener por su cuenta.