Capítulo 21: El mito

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El viajar nuevamente contando únicamente de la compañía de la Banshee se mostró como un escenario equivocado, carente de algo vital a lo que se había terminado acostumbrando ya. La ausencia de las voces de los pequeños, riendo y burlándose tanto de ella como del adulto que los acompañaba o, incluso, discutiendo con Lúika, terminaron por resaltar con fuerza la nueva incomodidad del silencio.

¿Cómo antes había logrado viajar de tal manera?

— El silencio no es el problema, sino tu nueva actitud rebelde —Lúika, emergiendo de la sombra donde acostumbraba esconderse le encaró— Eras más divertida al ser una miedosa y cobarde.

El ceño de Zirisé se frunció, no deteniendo su avanzar e inmutándose cuando su cuerpo atravesó la figura intangible de la Banshee que continuaba observándole con reproche.

Resultaba fuertemente notorio el hecho de aquellos cambios que la mujer de aspecto espectral señalaba, en sus inicios, la incertidumbre controlaba y detenía sus movimientos, complicando su visión sobre lo que era correcto y lo necesario. Con el tiempo compartido con los pequeños y su adulto guardián, se permitió aprender a encontrar los indicadores que brindaran claridad a sus actos y posterior decisiones, otorgándole la calma necesaria para actuar con mayor confianza y seguridad.

— "No es solo eso lo que te molesta" —Retó, gesticulando con firmeza sus pensamientos— "Tu enfado es no lograr dañar al guardián de los niños"

Era ingenua, pero no completamente desentendida de las cosas que la rodeaban, si bien no poseía una comprensión total de las cosas, se permitía observar y tomar notas mentales para registrar en su banco de memoria. Desde el primer encuentro, Lúika demostró una peculiar, espeluznante y obsesiva fijación con el adulto que guiaba a los niños. En un primer momento, consideró que se trataba de uno de los intentos de la Banshee por dar tormento a su mente y consumir su energía, convertirlo en una nueva fuente de alimento, sin embargo, sus acciones fueron distintas, otorgándole un trato extrañamente pasivo.

— Arkan es un ingenuo que no es consciente de su realidad —Defendió, levitando hasta encontrarse a la par de la mujer de aletas— Tiene un gran potencial que no esta tomando a su favor, un desperdicio de poder.

La nueva expresión de confusión en el rostro de Zirisé no demoró en mostrarse, debiendo ser enviada al olvido cuando la Banshee se decidió a regresar a su escondite, permitiendo nuevamente al silencio tomar el control del entorno.

*

El trayecto resultó más extenso de lo esperado, logrando alcanzar el poblado mencionado luego de tortuosas e incontables horas de caminata, sobreviviendo al calor y cansancio hasta ingresar a un clima de naturaleza agradable. La idea de cambiar su aspecto y acelerar el trayecto fue tentadora, sin embargo, para tal punto su cansancio era extremo, no permitiéndole gastar energía en lograr su plan, condenándole a continuar los tramos faltantes en su apariencia bípeda.

El pueblo logró tomarle por sorpresa, mucho más grande que otros en los que había transitado, construcciones altas y, para su deleite y felicidad, canales de agua pura que recorrían diversas zonas del lugar. Su estado de animo mejoró lo suficiente para renovar sus fuerzas y encaminarle hasta la fuente de agua más cercana, no dudando en sumergir sus pies descalzos en el sitio, deleitándose y estremeciéndose ante la frescura que comenzaba a recorrer su cuerpo.

— Territorio de mar en tierra, interesante —La Banshee emergió de la sombra, examinando los alrededores con interés, deleitándose con las miradas de sorpresa y preocupación que los transeúntes mostraban al notar su presencia— Un solo lamento y muchas aletas sangrarían.

La amenaza no paso inadvertida, disipando la anterior felicidad de la abisal quien, sin alejar sus pies del agua, enfrentará a la mujer contraria, encontrando la ya familiar inquietud en la naciente sonrisa perversa.

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