El tramo final del trayecto resultó una incoherente tortura para el pequeño grupo, colmado del cansancio y la fatiga por ascender el sendero de agobiante y anormal calor que dominaba por los alrededores.
— ¿Por qué hace tanto calor en una montaña? —La voz, desganada e inconforme de Lusyé no demoró en presentarse, bajo una considerable auto contención en relación a las verdaderas quejas que rondaban su mente; un punto a favor del cansancio para evitarle comunicar más de lo necesario.
— Debería ser frío y con nieve, no caliente y con arena —Complementó Rydtcher, abanicando sus manos hacia su rostro en un vano intento por brindar frescura a su cuerpo.
— Este lugar antes era territorio de los Dragmaros y Phironex, un espacio donde solían realizar sus combates de poder, el calor que aun existe es solo un resultado de todas aquellas batallas —Explicó Arkan, sacudiendo sus prendas esperando lograr refrescarse, observando con pesar los cuerpos ya sudorosos y enrojecidos de los dos pequeños— Se cuenta que antes el calor era aun peor, solo cuando se fundo la ciudadela como acuerdo de tregua fue que la temperatura disminuyo.
— ¿Y de quien sería la tonta idea de hacer una ciudadela en un lugar como este?, ¡Es horrible! —El calor mermaba en todos sus músculos, tensos ante el esfuerzo de avanzar por un camino ascendente cubierto de arena resbaladiza
— Y peligroso —El pequeño se aferraba a sus rodillas para evitar resbalar y caer, su respiración agitada y ojos ardientes por las gotas de sudor que habían logrado invadir su vista resultaban insoportables.
— Es la primera ciudadela forjada por la raza de las Arpías e Icaros, el calor posibilita la gestación de sus crías, además de funcionar como un filtro de prueba para los viajeros —Una última exhalación de cansancio hasta divisar el marco de la entrada a la ciudadela, sorprendiéndose al observar un extenso domo de energía rodeando por completo los alrededores.
— Ahora entiendo porque mamá siempre quiere golpear al tío Vipmon —Lamentó la pequeña, mostrando un ceño fruncido. La próxima vez que su madre mostrará su mirada asesina no intervendría, dejaría a la naturaleza continuar su curso— Tantos lugares posibles y elige el peor de todos.
— No dudo en que mamá ya halla tomado su venganza
Un escalofrío de incomodidad y temor recorrió la espalda de Arkan, las preocupaciones sobre el estado de su hermano regresaron a su mente, así como el recordatorio de tener asuntos por aclarar y decisiones que tomar.
Alcanzando el arco de entrada principal, fueron velozmente rodeados por un nuevo comando de seres alados, Phironex e imponentes Dragmaros equipados con deslumbrantes armaduras doradas, interrogados y evaluados con inquietante minuciosidad al punto de incrementar los niveles de estrés, descontento e incomodidad, conllevando a la pérdida de casi una hora completa hasta que les fue permitido atravesar el campo de energía y acceder a la ciudadela.
El interior se diferenciaba con gran notoriedad del exterior, recibiéndolos con un clima fresco y agradable que sus cuerpos agradecían. La presencia de guerreros de brillante armadura dorada era apreciable por todos los alrededores, algunos en postura firme vigilando mientras otros más realizaban patrones de marcha a fin de evitar zonas sin atender. Para su sorpresa, el transito de viajeros y externos era poco, demostrado principalmente en la ausencia del acostumbrado ambiente ruidoso que siempre rodeaba a los grandes poblados.
Un sitio de reconocible clase alta, diferente a cualquier otra ciudadela que conocieran, mismo que, a su vez, pareciera encontrarse poco frecuentado.
— Parece más una fortaleza militar que ciudadela —Declaró Rydtcher, recorriendo con su mirada atenta los alrededores, encontrando extrañeza en las formaciones, se encontraba acostumbrado al ameno caos que los cazadores realizaban durante sus reuniones, por lo que encontrar silencio y orden escapaba a su familiaridad.
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Onirkos
FantasyLos estragos del pasado continúan resonando cual eco en la vida de aquellos que se adentraron a las tierras desconocidas, enfrentando los males impensables y escapado en los mares de la tristeza y la perdida; el tiempo a pasado y algunas cicatrices...