Capítulo 4: Un viaje familiar

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Aun sin mirarle directamente, la sensación, y seguridad, se saberse observada con inquietante observación resultaba un impedimento para mantener la tranquilidad que deseaba, prefiriendo concentrar su atención en el camino por transitar, así como en los elementos naturales del entorno; todo sería de utilidad para evitar disparar el gatillo de participación del observador que estudiaba con detalle cada uno de los movimientos evasivos.

— ¿Puedo dirigir yo?

Primer disparo recibido, una voz firme y desafiante que se escondía detrás del tono dulce e inocente de su emisor. Brillantes ojos celestes que, descubiertos de su característica cabellera castaña rizada y salvaje que ahora se mantenía contenida en dos coletas bajas, permitiendo el apreciar sus puntiagudas orejas. Pecas decoradas por el tono rojizo de un rubor ocasionado por la fatiga y sobreesfuerzo del que aun no lograba recuperarse con plenitud. Un aspecto que podría embaucar a los ilusos y desconocidos que se atrevían a menospreciar y subestimar su verdadera naturaleza.

— No

Respuesta firme y directa, sin apertura a diálogos de negociación, o eso creyó asegurar antes de reconocer los sutiles movimientos que alertaban de no ceder ante la batalla no proclamada; no cedería hasta obtener lo que deseaba, o al menos una justificación valida.

— Tengo que aprender a hacerlo, ¿Y si nos atacan y ustedes no están?

Segundo disparo. Admitía que la estructura de sus argumentos había mejorado, algo de lo cual enorgullecerse a la par de temer, alguien tan joven con tal poder representaba un verdadero peligro. No dudaba de sus habilidades para tomar la iniciativa o, cuando menos, un actuar rápido ante una situación como la mencionada, sin embargo, era allí donde entraba su papel como guardiana y figura de seguridad para la infante que no desistía en luchar por obtener lo que deseaba.

— Siempre los estamos vigilando, incluso cuando no nos ven.

Por exagerado que fuera de reconocer, ella y el elfo habían desarrollado una peculiar habilidad de atención e incluso antelación inconcebible, reconocida como la mejora absoluta por sobre todo entrenamiento para cazadores. Estudiar a una presa, aprender de ella lo suficiente hasta lograr capturarla se convertía en una preparación por debajo de lo necesario cuando se desidia tener hijos. La descendencia se convertiría entonces en la presa más compleja de entender y controlar, descubriendo que cada patrón aprendido sobre sus rutinas y acciones cambiaba por completo con el pasar de unos pocos días, incluso en cuestión de horas. El que sus propios hijos fueran conscientes de ello solo resultaba en un incremento de la complejidad de atender cada posibilidad de acción y riesgo o peligro consecuente.

— Es una posibilidad de muchas, además, ya puedo cabalgar ¿Por qué no dirigir la carreta?

Tercer disparo y cambio de la estrategia, plantear el deseo de forma directa complementando con una verdad que diera justificación, incrementar sus posibilidades. Un elemento que no era contemplado y que, para su propia fortuna, era el respeto y autoridad con la que disponía; ventajas de conocer con mayor profundidad a aquella pequeña copia de sí misma.

— Será en otro momento, ahora lo estoy haciendo yo.

Una afirmativa, lo que la pequeña esperaba, sin embargo, una condena a la espera que no se encontraba dispuesta a aceptar.

Se permitieron un corto periodo de silencio, la de apariencia más joven barajeando dentro de su cabeza la estructura a nuevos argumentos que encasillarán a su mayor en una respuesta de afirmación inmediata; complejo al reconocer que no se encontraba en un momento de vulnerabilidad, uno de aquellos pocos y contados en los que lograba obtener lo que quería.

— Puedo intentarlo ahora, mientras tu vigilas.

La negociación continuó, apelando esta vez a los elementos situacionales del momento. Una tarea de enseñanza mientras se mantenía la vigilancia y rigurosidad de atención a los movimientos.

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