𝐕𝐈

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Capítulo seis: "Más desesperación que antes"

Capítulo seis: "Más desesperación que antes"

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"Chiara"

Sentí la nieve congelarme las extremidades y el cabello rojizo enredárseme entre la ropa. Tenía la vista borrosa, enterrada en vidrios de un color opaco. Me incorporé como pude, enterrando los dedos en el fondo de la tierra.

Mucha nieve, el cielo nublado y los árboles enormes delante de mí.

Ya había estado aquí, en esta pesadilla que se sentía real. Mi cabello era largo, mi vestido roto y los cristales cortándome la planta de los pies. Y como no iba a quedarme sentada sobre el hielo, ahogándome como la última vez, tomé una fuerte respiración y como si dejara de sentir, arranqué cada cristal que tenía enterrado en la piel. La sangre iba cayendo sobre la escarcha blanca. Un grito desgarrador salió de mi garganta al sacar el cristal que me llegaba hasta el hueso, exhalando una nube espesa desde mis labios.

Con todas mis fuerzas me puse de pie, dejando de sentir la forma en la que me quemaba el frío.

—¡Draco! —grité, como si pudiera oírme—. ¡Draco, por favor!

Me abracé a mí misma y divisé los movimientos sobre los troncos del bosque. Sus ojos grises me penetraron el corazón y su pelaje plateado me erizó la piel. Dio dos pasos hacia atrás y se alejó. El lobo se escabulló dentro, entre la neblina de hojas ahora llenas de escarcha.

—¡Elisa! —grité por alguna razón, corriendo hacia las voces que me pidieron acercarme dentro de las raíces—. ¡Draco! ¡¿Puedes oírme?!

Los pulmones me ardían, frenéticos mientras corría y corría. Yo solo seguí al animal que dejaba sus huellas sobre el color ciego.

—¡Draco, despiértame! —insistí, con la fe de que me escuchara fuera de mis ojos dorados y la magia que me impregnaba las fosas nasales—. ¡Despiértame, por favor!

Corrí con todas mis fuerzas, llegando al final del bosque, donde el lobo se había posado. Estaba mirándome, mis pies detenidos en el último tramo que me dejaba al final de las hojas y los brotes. Mi alrededor parecía distorsionarse cuando crucé hacia él. Mi mano acercándose a su pelaje, justo en el momento donde mi alrededor se volvió color negro.

Y el lobo plateado se esfumó frente a mí.

El frío desapareció, el color también. No había más que la oscuridad negra, espesa sobre mis pies. Parecía que el suelo sin luz había optado por ser un charco de agua, mojando la punta de mi vestido blanco.

—¿Hay alguien allí? —Casi sollozo—. ¡Alguien, por favor! ¡Alguien me despierte por favor! —me rasguñé la garganta por mis propios gritos, cayendo de rodillas en el agua del suelo—. ¡Necesito salir de aquí! ¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! —Las lágrimas caían por mis mejillas, derrotándome—. Saquenme de aquí. Sólo saquenme de aquí, por favor —susurré mientras me abrazaba a mí misma.

"The Little Dorks" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora