𝐗𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Capítulo veintiocho: «¡Él está muerto!».

Como había anunciado hace semanas, los últimos capítulos serían dedicados a lectoras especiales que me acompañaron desde que se me ocurrió empezar a escribir. Gracias por leer Slytherin miles de veces, julii_stein, gracias por considerar esta historia tan importante <3

 Gracias por leer Slytherin miles de veces, julii_stein, gracias por considerar esta historia tan importante <3

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Chiara Dorks Snape

Estaba destrozada, exhausta. No podía sentir ni un ápice de mi cuerpo, como si estuviera adormilado. Las voces se convertían en ruidos sordos, lejanos. La misma sensación que estar sumergida bajo el agua, sin ser capaz de emerger hacia la superficie.

—¿Chiara?

Me giré hacia Thomas, casi sobresaltándome.

—¿Sí?

El primer golpe.

—Te he preguntado sobre la magia.

Llegué hasta el enorme ventanal y lo abrí, sentándome en su borde. Respiré profundo, intentando contener el temblor de mis dedos. Siempre lo hacía, siempre comenzaba de la misma manera. Inhalé, exhalé, saliendo al exterior, congelándome del frío. Sostuve mi pecho, caminé despacio. Tomé asiento en el suelo, me abracé a mí misma. Ahogué un sollozo, calmé mi respiración errática. El suelo congelado durmió mis extremidades, quemó mis pulmones. Me puse de pie, pasé ambas manos por mi rostro.

—Sí... Es...

—Has estado sentada aquí durante media hora, sin moverte —presionó sus labios—. ¿Qué es lo que sucede?

No he podido dejar de vomitar por el estrés, no puedo estar sola en una habitación sin sentir que estoy muriendo. He tenido pérdidas y no lo sabía. Creí que mi periodo había vuelto, pero en realidad fue un aborto espontáneo. La carta llegó tarde. No solo el embarazo me ha estado destruyendo físicamente.

Otro golpe.

Tenía un mes. Hemos caído desde un acantilado. He simulado dormir para que Draco no estuviera preocupado por mí. Mentiría si no dijera que me he visto frente al espejo, dejando ambas manos sobre mi vientre, preguntándome qué hubiese sucedido si lo hubiera sabido. No he dejado de llorar.

Parpadeé, intentando ver su rostro con claridad.

Aunque Draco haya repetido que no es mi culpa, siento que realmente lo es. Clavaron cristales y metales en mi piel, intentaron matarme, atacaron a Draco, recibimos maldiciones imperdonables y...

—Estoy bien —mentí.

Tomó mi rostro, sus facciones completamente contorsionadas.

—Te he preguntado quién eres, maldita sea.

Volví a toser cuando me soltó, logrando ver su rostro enmascarado. Me arrastraron hasta salir de la habitación, mis rodillas ardían contra la piedra del suelo. Caí contra la oscuridad, sin poder comprender ninguna de las amenazas de su lengua envenenada.

...

Draco Malfoy

Arabella escupió la sangre en su boca, luego del golpe que Thomas le proporcionó en el rostro. Volvió a reírse como desquiciada, intentando incorporarse.

—No entienden qué... es... lo que sucede.

—¿De qué se trata, entonces? —cuestioné con frialdad.

Luego de que la media noche cayera, logramos encontrar a Lestrange. Por lo que parecía, había estado anticipando nuestra llegada. No luchó ni gritó cuando la estrellé contra el muro de la habitación, haciendo que su cabeza sangrara.

—No comprenden, no entienden nada...

—¡Deja de divagar, maldita...!

Detuve a Pansy, a la espera de que continuara hablando.

—Por más de que lo intenten, morir no funciona conmigo —sonrió—. Todo es un simple teatro.

—¿Teatro de qué —preguntó Riader.

—¡¿Creen que podrá destruirlos?! —rio—. Creen que la magia lo volvió fuerte, cuando todo es una simple mentira. —Volvió a soltar una carcajada estruendosa—. ¡Él me uso para el engaño! ¡Él está muerto!

Le lancé otra maldición que la obligó a gritar del dolor.

—Habla ya, Lestrange. Tienes diez segundos antes de que te...

—¿Qué más remedio tiene? —me interrumpió, apartando la sangre de su rostro, mordiendo su labio inferior—. ¿Deberían estar preocupados por su pequeña pelirroja, no creen?

Parkinson tiró de sus hebras para levantarle el rostro.

—¿Qué has hecho?

—¿Por qué no lo averiguan ustedes mismos en su preciada mansión?

Rehentt y Thomas se observaron, tomando a Arabella hasta aparecerse en la mansión Dorks. Todo estaba destrozado, Alex y Granger en el suelo. El pánico se inyectó en mi sangre. Corrí hacia la habitación, exasperado. Allí... solo estaba la varita de Sauco, destruida.

—Se la llevaron —susurró Hermione, sostenida por Rehentt.

Bajé los últimos escalones, apuntando a Arabella.

—¡¿Dónde mierda la tienen?!

—No lo sé —arrugó su nariz, débil.

Clavé la varita en su cuello, a punto de destruirla.

—¡Dónde!

Sonrió con los dientes ensangrentados.

—Tú lo sabes, Malfoy.


Author's note:

¿Preparadas para el final?

&quot;The Little Dorks&quot; 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora