Rolling Hills, California
Ocho meses antesLa primera vez que puse un pie en el Paradise, pensé en mi madre. En lo muy decepcionada que estaría de mí si supiera en lo que estaba a punto de convertirme. Pero un par de segundos después, pensé Diablos, Tate, esta es la oportunidad que necesitas. Evidentemente el Paradise era todo, menos un paraíso.
Stanton, quien se convertiría en mi jefe desde esa misma noche, dijo que sería contratada para ser bailarina exótica. Era eso al principio, entretenimiento para tipos asquerosos y descerebrados que iban a gastar dinero teniendo a una familia esperándolos en casa, quizás a alguna esposa embarazada esperándolo para cenar o deudas qué pagar, pero ellos preferían regalarnos el dinero. Por supuesto, mientras más descerebrados, era mejor para nosotras. Y todo marchó bien para mí los primeros dos meses en aquel club.
Stanton, una noche, llegó junto a mí y me presentó a un amigo suyo. Uno viejo, bien vestido que olía a perfume caro y todo él gritaba Tengo dinero y podría ser tuyo. Yo no tenía idea que aquella sería mi última noche en aquel lugar.
El club era enorme y habían pasillos restringidos a los que no se me era permitido entrar; a mí ni a otras chicas todavía más jóvenes. Eran pasillos privados, pero más tarde sabría que eran pasillos para las chicas que habían aceptado dar el siguiente paso en su trabajo.
Se llamaba Colson. El tipo que más tarde dejaría de ser amable, se llamaba Colson.
Pasadas dos horas de estar hablando con él, Stan me tomó del brazo y me llevó lejos de la mesa, y por la sonrisa en la cara de Colson supe que estaba al tanto de lo que Stan me diría a continuación. Yo, que inocentemente confiaba en Stan, me sentí asustada de que siquiera me lo preguntara.
—¿Podrías acostarte con él? Ganarás el doble, Monique —me dijo—. Escucha, eres el diamante del club ahora mismo. Eres joven y hermosa, un hombre se correría sólo con verte. No durará mucho tiempo.
Primero lloré de rabia, pero luego me limpié las lágrimas y me dije que podía hacerlo. Sería rápido. Pensé en embriagarlo tanto que no pudiera recordar. Pensé en usar mis gotas para dormir. Pensé muchas cosas. Pero cuando la puerta se cerró en cuanto entré a la hermosa recámara, dejé de pensar.
—Luces impresionada, Monique —me dijo Colson, sacándose la chaqueta.
Yo cometí el error de decir. —Sí. Es la primera vez que haré esto.
Y aquello pareció fascinarle mucho más.
Su boca saltó a la mía y su lengua entró en mi boca con fiereza. Es probable que nadie jamás me hubiera besado de ese modo, tan fuerte, con pasión y con ansias, pero viniendo de él, un tipo que me doblaba la edad y que perfectamente podría ser mi padre, se sentía asqueroso.
Colson me tiró a la cama y me arrancó la ropa y rasgó mi ropa interior. Lo siguiente que supe era que estaba de rodillas en la cama con él amarrándome las manos con su corbata, y por alguna razón me asusté. No había podido embriagarlo, no había podido darle las gotas para dormir, ni siquiera me había dejado traer mis cosa, y Colson había estado tocándome fuerte, como si no sintiera dolor, como si fuera de su pertenencia.
Supuse que de algún modo lo era, porque estaba pagando para tener sexo conmigo esa noche.
Cuando sentí el primer tirón de la atadura de la corbata comencé a pedirle que me soltara. —Me duele —le dije, pero me ignoró. Y sentí una corriente de pánico en el vientre.
Esto no puede pasar de nuevo. Por favor, no.
Intentó atarme la otra mano, pero cuando forcejeé me tomó de la mandíbula para girar mi rostro y me besó. Su cuerpo, todavía sin atar mi mano, aplastó el mío. Su mano, esa misma que había estado en mi mandíbula se tomó a él mismo con firmeza y pasó su miembro en mi trasero.
—Estoy pagando por esto, Monique.
Regresó a la labor de atarme la mano, pero a como pude, con lo que me permitía un cuerpo delgado de sólo 1,60 con menos de cincuenta kilos a diferencia del suyo, me giré con fuerza y lo hice caer al suelo conmigo. Colson se golpeó la cabeza y yo la espalda y mi brazo se torció al haber caído sobre él. Pero no tenía tiempo de lamentarme.
Tomé el jarrón junto a la mesa de noche y lo tiré contra su cabeza hasta que se hizo añicos. Algunos vidrios se incrustaron en mi mano y seguía doliéndome el brazo, pero lo único que pensaba era en que debía salir de ahí.
El Paradise me había dado una oportunidad de no morir de hambre y dormir en una cama luego de huir de Fiore. Pero Stan sólo había estado aguardando pacientemente para hacerme parte del enorme grupo de chicas que habían aceptado acostarse con clientes.
Tomé todo el dinero en efectivo que tenía Colson en la cartera, que honestamente no era mucho, me puse mi ropa rasgada y salí de la habitación.
Cualquiera diría que mi vida se había acabado ahí mismo, pero lo cierto era que estaba comenzando. Y con ella, también mi propio infierno.
N/A: Holaa, qué emoción estar de vuelta con otra novela. Paso por aquí (ya que nunca hago notas de autor) para mencionarles que llevo veinte capítulos de treinta y algo, aún no estoy segura de algunas escenas del final, así que se podría decir que llevo la mitad. Sin embargo, aunque no me gusta subir por actualizaciones, -porque es tedioso-, ya no soporto ver más la novela en borrador, así que comenzaré a publicarla poquito a poquito.
Esta es sólo una probadita de todo lo que se viene en este libro. Espero amen mucho a mi Tate.♡
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Mientras tú me ames
RomanceEn un intento por limpiar su nombre y olvidar el infierno que vivió, Tate decide comenzar de cero. Sin embargo, todo termina derrumbándose cuando los problemas del pasado regresan. [Esto es un borrador, por lo que es posible encontrar faltas en los...