Capítulo 1 | Tate

259 17 2
                                    

Long beach, California
En la actualidad

Me gustaría mucho decir que las decisiones, o al menos la mayoría de las decisiones que he tomado a lo largo de veintidós años han sido sabias y me han llevado por el buen camino, o al menos por uno medio aceptable. Pero no es así. A los diecisiete años ya estaba tomando decisiones muy estúpidas y a los dieciocho ya estaba poniéndolas en práctica. Si existen personas que creen que al cumplir los dieciocho automáticamente dejas de ser una adolescente y eres completamente consciente de las decisiones que tomas, están equivocados, porque ni siquiera a los veinte años todavía se es lo suficientemente coherente para tomarlas.

Yo realmente espero que la sabiduría en lugar de medirse por el peso de las decisiones, se mida por el cómo se aprende de esas malas elecciones y el como, en lugar de seguir cometiendo errores, decidamos avanzar en lugar de seguir yendo en reversa. Sería una mentirosa si dijera que no lo digo por mí.

Hace más de cuatro meses que tomé otra difícil decisión. Claro que tuvo consecuencias, o más bien un resultado, porque honestamente consecuencias de lo que hice todavía no han llegado, y espero que no lleguen. El resultado de huir aquella noche me hizo quedarme sin dinero, un hogar, comida y un lugar donde dormir. Al menos uno cómodo, porque sin duda un cartón y una manta vieja no lo son. Para nada.

Afortunadamente la agonía acabó a la sexta semana cuando Iryna dio conmigo y no dudó en llevarme a su casa. Seguía trabajando en el Paradise, y me contó que estaban buscándome e interrogándolas a todas, así que era importante que yo consiguiera un empleo, uno decente, lo más pronto posible y me fuera de su casa. Si Stan se daba cuenta de que ella me estaba ayudando después de lo que hice probablemente tomaría represalias contra ella, y yo no podría con la culpa. Suficiente la cruz que estaba cargando desde que emigré sin despedirme de mi familia.

A la décima semana ya tenía empleo, y para esa fecha Iryna dijo que Stan se estaba comenzando a olvidar de mí, aunque sin duda no de lo que había hecho. Para Stan era importante que fuéramos de su pertenencia, para así asegurarse de que no diríamos nada de lo que ocurría dentro de ese lugar disfrazado de un supuesto club de strippers. Pero yo no abriría la boca ni mucho menos regresaría ahí, claro que Stan no tenía certeza de eso, pero en ocho meses ya debería saber que definitivamente deseo dejarlo a él y a su club fuera de mi vida y en mi pasado. O al menos espero que lo sepa, porque no se me ocurre una mejor forma para dejarlo más que claro.

—Dios, Tate —jadea Chase, subiendo por mi cuerpo hasta mis labios—. Sabes tan bien.

Estamos en la bodega de la tienda de su padre. Llevamos más de dos meses en esto, y es probable que comenzáramos a liarnos desde el primer día que Harold me dio trabajo. Y definitivamente follarme a su hijo en horas de trabajo no es una buena manera de agradecerle por todo lo que hace por mí.

Ya no llevo la vida que llevaba en ese club. No bailo semidesnuda o desnuda para ganar dinero ni mucho menos tengo sexo para comer a como lo hice durante las semanas que deambulé por la calle. Pero el tener sexo con Chase poco a poco se ha vuelto menos apetitoso. No sé si porque sé que tiene ciertos sentimientos por mí o porque su manera a veces errónea de expresarse y darme a entender que me mira como un objeto de consumo. Su objeto de consumo. Me hacen sentir un poco mal y desechada.

Puede que no sea del todo su culpa, pero no puedo evitar cuestionarme si nuevamente estoy tomando buenas decisiones, o si sigo cometiendo los mismos errores una y otra vez.

Chase toma mis bragas por debajo de mi falda holgada e intenta bajarla, pero aprieto las piernas. Hemos follado un par de veces en esta bodega, pero ninguna de esas veces se ha sentido bien y esta no es la excepción. Es mi lugar de trabajo y la tienda de su padre. Debemos respetar eso.

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora