Capítulo 18 | Ledger

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Hay un silencio largo e incómodo que se instala dentro del Jeep. Los ojos verdes de Tate me traspasan y sus pupilas lejos de estar dilatas, parecen rasgadas. Como las de un gato cuando está molesto o que se encuentra visualizando a su presa. Y yo lo único que puedo pensar es si he escuchado bien lo que acaba de pedirme.

-¿Qué?

Mi voz se ha quedado en mi garganta. De no ser por el silencio ni siquiera hubiera sido capaz de escucharme a mí mismo.

No es hasta que Tate se remueve que recuerdo que la tengo sujetada de la muñeca todavía.

-Besa a Monique, Ledger -su tono de voz ahora es fuerte, casi molesto-. Vamos. Hazlo.

-Basta, Tate.

-Monique -me corrige-. ¿No solías llamarme así? ¿No te gustaba recordarme que no valgo nada? Regresemos a ello, Ledger. Las cosas estaban muy bien así.

Siento un extraño sentimiento de vacío e incomodidad cuando sus palabras se cuelan por mi piel, y eso me hace entender una cosa, y es que ya nada es como antes. Probablemente en otras circunstancias no me hubiera sentido orgulloso de escuchar su reclamo de algo que es cierto, de algo que es su versión, pero tampoco le habría dado la importancia que siento ahora mismo por las palabras de Tate, porque ahora hay algo más. Hay arrepentimiento, hay confianza, hay apoyo, hay pena y no puedo evitar sentir el peso del trato que tuvimos meses atrás, de las bromas que hice y perderme de esto, de su infierno y no haber hecho algo por ella.

Suelto el agarre en su muñeca y llevo mi mano a su nuca. No pienso en nada más. Sé lo que intenta hacer. Está tratando de retroceder, de volver a ser lo que éramos, pero yo estoy muy bien aquí.

Uno su frente a la mía y sacudo la cabeza.

-Sé lo que estás haciendo, Tate.

-Bésame, Ledger -su aliento choca contra mis labios. Nunca había estado tan cerca de Tate, ni siquiera el viernes cuando me dejó abrazarla-. Sólo si me besas podré creerte.

-No necesitas eso, Tate -digo, temiendo provocar algo que realmente no quiero despertar-. Sólo déjame ayudarte.

Hay una risa irónica antes de hablar. -No necesito tu lástima.

Su mano aparta mi brazo con fuerza y del mismo modo me empuja para que me aleje de ella. Todo sucede demasiado rápido, porque no pasa mucho tiempo después de apartarme antes de que la mire fuera del Jeep y escuche el golpe de la puerta cerrándose de un portazo.

-Vete a la mierda, Ledger -el aguijón de molestia en su voz es tan fuerte como el agarre de sus dedos en el marco de la ventana antes de comenzar a alejarse por el callejón sin dejarme decir nada.

-Tate, espera -quito el seguro de la puerta, pero cuando comienzo a bajarme ya va demasiado lejos-. ¡Tate!

-¡Vete a la jodida mierda, Ledger! -intento tomar su mano, pero se resbala entre mis dedos como el agua- Váyanse a la mierda tú y tu ayuda. ¡Vete!

Difícilmente consigo tomar con fuerza su brazo y girarla hacia mí. Antes de que comience a forcejear sujeto con firmeza su rostro para que me mire, porque temo dejar marcas en su muñeca tratando de evitar que se aleje de mí.

-No me das asco, Tate -por alguna extraña razón siento miedo de que no crea nada de lo que le digo-. Todo esto han sido jugarretas de parte de los dos, siempre lo fueron. Pero esto es distinto, ya no son jugarretas, se trata de ti, de tu seguridad -sacudo la cabeza, buscando las palabras adecuadas para ella-. Necesitas de mí, Tate. No puedo dejarte sola, no me pidas eso.

-Yo no necesito de nadie -escucho las lágrimas en su voz. Sabe que está mintiendo.

-No puedes quedarte aquí.

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora