Capítulo 19 | Tate

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Llevo una migraña encima desde anoche. Tomé dos ibuprofenos para aliviar el dolor, pero supongo que acostarse llorando no debió ayudar mucho. Aunque creo que me libré de veinte kilos de pesar contra la almohada, eso sí.

Me siento agotada, cansada, machacada y quisiera tirarlo todo por la borda, pero ¿Tirar qué exactamente? Si no tengo nada. A nadie. Y la única persona dispuesta a sacarme del hoyo la he tratado de lo peor. Aunque fuese un teatro, no me siento bien de haber dicho las cosas que dije anoche.

Creí que sí volvía atrás y me mostraba altanera le haría entender a la mala que no necesito de él, que no necesito de nadie y que este embrollo es mío y sólo mío, pero a veces olvido que Ledger es mucho más terco que yo. Quise alejarlo por su bien, porque sé que sólo tengo un par de días antes de que Fiore averigüe que ya no vivo en el complejo, que me he ido de ahí, que vivo ahora con Iryna y que Ledger pasa tiempo de más conmigo. Tiempo que no le hará ninguna gracia.

¿Por qué tienes que ser tan insistente, Ledger?

Mis manos se humedecen de nervios de sólo imaginar a Fiore atentando contra Ledger por ayudarme. O por simplemente estar cerca de mí. El ancla de problemas que llevo arrastrando desde hace meses se hace cada vez más y más pesada. Estoy harta, pero tampoco sé exactamente qué debería hacer.

—Te ves hermosa con ese uniforme.

La voz de Chase me saca de mis pensamientos. Tengo que usar la rodilla para evitar que la caja que sostengo entre mis manos se caiga al suelo debido a la impresión de verlo aquí.

—¿Qué haces…

—¿Aquí? —se recuesta contra la estantería de salsas y se cruza de brazos— Nada. Quería saber que fue de ti. Te fuiste sin despedirte, te esfumaste de un día para el otro.

No me gusta su tono que roza casi el reclamo, pero no puedo culparlo. Ignorando el hecho de que esté o no enamorado de mí, antes de meter la pata conmigo éramos amigos. Lo consideraba la única persona en mi vida. La única de fiar. La única que me hacía sentir humana, que ser quien soy realmente no está tan mal, así que comprendo totalmente que le duela que no me haya despedido siquiera de él.

Me lo pensé mucho en tomar la decisión sólo por él, para ser honesta. Porque aunque no le debo explicaciones a nadie, siento que a Chase le debo muchas cosas, y entre ellas le debía eso como mínimo, despedirme.

—Siento haberlo hecho.

—Tus razones tendrás —dice, escogiéndose de hombros con desánimo—. ¿No confías en mí? Pudiste contarme que te irías.

Una parte de mí quiere soltar una risa irónica por su exageración. Por la de todos. Sigo viviendo en la misma ciudad y mi trabajo queda a media hora de la tienda y la casa de Iryna a unos veinte minutos en coche, pero lo entiendo. No sólo me fui de la tienda, sino que también me mudé de casa. Todo sin contárselo a nadie.

A nadie más que a Ledger.

—¿Quién te lo dijo?

—¿No es obvio? —tensa la mandíbula un segundo— Tu nuevo amiguito.

Hay veneno en cada palabra.

—No es mi amiguito.

—¿Entonces no se lo contaste tú? —es sarcástico— Ahora dejas que te lleve a casa, le cuentas que te vas y están cerca cuando hace unas semanas ni siquiera soportabas verlo. ¿Recuerdas? Me dijiste que era insoportable, que como yo podía ser amigo de alguien como él.

—Las cosas no son así, ¿De acuerdo? Hicimos las pases, una cosa llevó a la otra y supo que trabajo aquí y que me mudé. ¿Qué hay de malo en eso, Chase?

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora