Capítulo 29 | Tate

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Voy a casarme.

Esas tres palabras han rondado mi cabeza durante estos dos días, exactamente desde que Ledger me propuso matrimonio en la cárcel. No importa cuanto tiempo pase, seguirá siendo surrealista para mí toda esta situación.

Ahora mismo estoy en una boutique de vestidos de novia con Iryna. Hoy, Ledger ha amanecido con todas las intenciones de deshacerse de mí. Lo primero que he pensado es que quizás sea extraño acostumbrarse a la idea de que ya tu casa no es tu casa. Quiero decir, que ya no es tu lugar, sino que ahora lo tienes que compartir. Para Ledger, que no pudo siquiera procesarlo, pienso que quizás se esté dando cuenta de la realidad de la situación hasta ahora.

Pero eso es sólo mi cabeza jugándome chueco.

Iryna ha insistido en que sólo quiere distraerme, o que incluso pudo querer deshacerse de mí porque planea una sorpresa para esta noche. Yo no lo creo. Últimamente las sorpresas nos vienen mal, así que creo plenamente en que quizás quiere un tiempo a solas, y ayudarme, porque en el proceso me ha dado su tarjeta y ha dicho con todas sus letras Compra lo que necesites. No sin antes pedirme estrictamente que me compre un celular.

Incluso ha programado mi visita al almacén, porque cuando he llegado, sabían exactamente a lo que iba y me han llevado inmediatamente al pasillo de móviles.

—No puedo creer que te vayas a casar con un hombre que nunca te ha besado.

Miro a Iryna por el reflejo del espejo, aunque ella no puede verme, ya que estoy dentro del vestidor con la modista atando el seguro del vestido.

Yo la puedo ver un poco por la hendija de la cortina.

—Iryna, no es el momento…

—Descuiden, hagan de cuenta que no estoy aquí —nos pide la modista, todavía concentrada ajustando mi vestido—. De verdad. He escuchado a novias admitir que engañan a sus novios estando comprometidas. La última tenía un amorío con el padre del novio y tenía sospechas de estar embarazada.

—Dios santo —Iryna se cubre la boca con la mano—. Cuéntame más.

La modista procede a contarle anécdota tras anécdota hasta que termina conmigo. Finalmente, habiendo captado un poco la situación de que no continuamos la conversación incluso cuando nos invitó a hacerlo, nos deja solas no sin antes pedirme que la llame por si necesito alguna cosa.

—¿Cómo se te ocurre decir eso?

—¿Qué no has escuchado lo que contó? —dice— Lo tuyo no es nada a comparación.

Me miro en el enorme espejo unos segundos antes de girarme hacia Iryna. Su sonrisa aprueba el vestido, porque incluso se cubre la boca con las manos de la emoción.

—Ese está increíble, Tate. Luces… fabulosa.

De vuelta al espejo, miro los detalles de pedrería. El vestido está creado con tanta dedicación, que no puedo evitar sentir melancolía de que vaya a usarlo en una boda que será falsa.

Iryna se da cuenta de ello, porque me mira con atención.

—¿Estás pensando en eso de nuevo, verdad?

—Pienso en ello todo el tiempo.

—Tengo que reconocer que Ledger no me agradaba al principio —me reacomoda las tiras del vestido vagamente—, pero aunque la boda sea una farsa, creo que no habría mejor candidato que él para esto. Se nota que lo hace porque quiere que te quedes. Lo hubieras visto, Tate. Estaba desquiciado cuando desapareciste, y ni hablar de cuando fue a platicar conmigo sobre pedirte matrimonio.

—¿Te pidió mi mano? —bromeo, aunque sé que no lo hizo.

—Sólo le faltó hacerlo —sonríe. Luego vuelve a estar seria—. ¿Qué te preocupa?

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora