Capítulo 20 | Ledger

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—¡Qué te pasa hoy, muchacho! ¡Espabila!

El entrenador Yilmark me ha llamado la atención hoy muchas más veces de las que lo habrá hecho en todo el año. Estoy perdido, fallando, ni siquiera he hecho el intento de verdaderamente entrenar. Estoy siendo un asco en la cancha y eso no es para nada bueno, porque tenemos un partido pasado mañana y con este rendimiento a lo mejor me dejan en la maldita banca.

Mierda.

—Buena jugada, Chase. ¡Ryder! ¡Mantente concentrado en el balón, hombre! —le grita— ¡Es la segunda vez que el balón te pasa en medio de las piernas! ¡Qué es eso!

Me detengo en medio entrenamiento para secarme la cara. Estoy empapado de sudor y el sol me quema la piel, pero muy en el fondo lo hago porque sólo quiero que el entrenador me deje salir de aquí.

Al parecer escucha mis plegarias, porque pita y me señala la banca.

—Salte de la cancha, Calhoun. Tómate un descanso —vuelve a sonar el silbato—. ¡Bobby, cuida el maldito balón!

Seguidamente, procede a ignorarme los diez minutos más de entrenamiento.

Yo me mantengo en la banca, con los codos en mis rodillas y la pierna moviéndose frenéticamente por todo lo que tengo en la cabeza. Un técnico importante vendrá a vernos entrenar en unos días, pasado mañana hay un partido de eliminatoria y Tate no sale de mi cabeza. Estoy agobiado. Sólo quiero meterme bajo la ducha y quedarme un par de horas a meditar.

O borrarme la memoria. Eso también me serviría mucho.

El entrenador da el pitazo final y comienza a caminar hacia la salida de la cancha junto a mis compañeros de equipo. Cuando se detiene junto al portón, me llama.

—¡Calhoun, ven acá!

Por su tono, no puedo asegurar que esté furioso conmigo, pero su ceño fruncido me hace pensar otra cosa.

—¿Qué te pasa hoy? —me pone una mano en el hombro y lo aprieta— Estás fallando mucho, muchacho, y tenemos un partido a la vuelta de la esquina.

—Lo sé —es mi vaga respuesta—. Voy a mejorar. Lo prometo. Es sólo que…

Sacudo la cabeza. ¿Qué le puedo decir? ¿Estoy preocupado por una chica? ¿Temo porque un día vaya a buscarla y se haya ido o se la hayan llevado? ¿Hay una chica metida en un lío del que no tengo idea porque no me lo quiere contar, pero sé que es un lío gordo y estoy preocupado?

Tampoco se me ocurre una mentira, así que por mi silencio y mi cara ha de deducir que la estoy pasando mal hoy.

—Mira —comenzamos a caminar fuera del campo, hacia las duchas—, los problemas personales se quedan en la casa, ¿De acuerdo? Te necesito concentrado. Ahora anda —me palmea la espalda—, ve a ducharte, toma agua, refréscate, no sé, haz algo, pero te necesito con la cabeza en su lugar para el partido. Nada de la actitud de hoy para mañana. ¿Es un trato?

Asiento, aunque no estoy seguro de que mañana sea diferente.

Ya en la duchas, todo es insoportablemente incómodo. Trato de ducharme ignorando que tengo a Chase a mi lado, pero es prácticamente imposible. Es mi mejor amigo, pero ahora se siente como si fuéramos desconocidos. O rivales. ¿Rivales por qué? Yo no estoy interesado en Tate. No del modo en el que lo está Chase. Pero él parece tan consumido por sus celos y enojo que ni siquiera me escucha.

—Ayer vi a Tate —rompe el silencio. No puedo negar que me toma por sorpresa el que me hable—. Tenías razón. Trabaja ahí.

—¿Y qué te dijo?

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora