Mis padres viven en una bonita casa de barrio en Gardena, a menos de treinta minutos de Long beach. Mi madre, en cuanto me ha visto el sábado a primera hora, ha insistido en que me quede. Es lunes, de modo en que ha conseguido convencerme, aún cuando realmente no quisiera estar en casa de mis padres, sino con Tate.
Mi padre, luego de retirarse del fútbol, se hizo de una vida de pueblerino con mi madre; van de pesca de vez en cuando y hacen barbacoas con cervezas en el jardín trasero con sus amigos. Incluso a veces se van en la buseta de excursión. Es como si nunca hubiera sido un futbolista famoso, si no, simplemente, un ciudadano más, puesto que ni siquiera viven en una mansión o una casa de doble tamaño que esta.
Supongo que están viviendo la vida que ambos desean, juntos, y yo no soy quién para cuestionarles nada.
Muy en el fondo, a veces, también quisiera tener lo que tienen. Y otras, quisiera ser igual de famoso en su faceta como deportista, o inclusive más de lo que fue él.
—Me llames, eh.
Tomo la mano de mi madre y la beso. Me ha venido a dejar hasta el Jeep. Probablemente, aunque tenga cincuenta años, jamás dejaría de verme como su bebé.
—Vivo a veinticinco minutos de aquí, mamá. Estaré bien.
—Ya, pero yo no. Si no te llamo, nunca llamas. Eres un ingrato, Ledger.
—Vamos, Melissa, deja que se vaya de una vez.
—¡Eh! ¿Qué es eso, Stan? Cualquiera pensaría que le estás echando.
Mi padre y yo nos reímos, a pesar de que a mi madre no le hace ninguna gracia. Eventualmente, se pone de puntillas mientras se sujeta de la puerta y me da un beso y me persigna.
—Te amo, cariño. Dime cuando podemos ir a visitarte a tu casa.
—Pero con tiempo, eh —dice mi padre desde atrás, moviendo significativamente las cejas—, para llevar un poquito de yerba o algo.
La risa me brota enseguida al ver a mi madre ojiplática. Finalmente, me da un manotazo en el brazo y camina hacia la casa, renegando.
—Los odio a los dos. ¿Cómo le dices eso al niño, Stan?
—¡Por favor! Tiene como treinta años, Mel. Ha hecho cosas mucho peores que fumar un poco de maría con su padre —se acerca a mí una vez mamá ha entrado a la casa. No puedo expresar con palabras lo mucho que amo el sentido del humor de mi padre—. ¿Está todo bien?
—¿Todo bien de qué?
—No lo sé, con tu vida, contigo —su mirada es completamente paternal—. ¿Estás bien? Te noté disperso todos estos días. No había querido decir nada. Tu madre está un poquito loca y cuando vienes es como una descarga de felicidad que le impide mirar bien las cosas a su alrededor, pero a mí no se me escapa ni una, que lo sepas.
—Está todo bien conmigo, papá —le miento—. De verdad.
—¿Es una chica? ¿El trabajo?
—Nada de eso.
—¿Qué es entonces? ¿Te peleaste con Chase?
Frunzo las cejas, aunque muy en el fondo sé que tampoco estoy del todo bien con él. Luego del entrenamiento no hemos vuelto a hablar, de manera que el disgusto y desconfianza hacia mí sigue, y eso se resume en que sí, Chase y yo estamos peleados.
—Algo así —miento, porque realmente no es eso lo que me pasa—. Pero nada relevante, papá.
Me aprieta el hombro y sonríe
—Como quieras. Ya me hablarás de tus problemas —palmea el techo del Jeep y se aleja no sin antes gritar—. Conduce con cuidado.
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Mientras tú me ames
RomanceEn un intento por limpiar su nombre y olvidar el infierno que vivió, Tate decide comenzar de cero. Sin embargo, todo termina derrumbándose cuando los problemas del pasado regresan. [Esto es un borrador, por lo que es posible encontrar faltas en los...