Capítulo 9 | Tate

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Cuando me he despertado esta mañana, he tenido una sensación extraña en el pecho, lo suficiente para mantenerme preocupada todo el día. Puede que sea un don y lo haya heredado de mi madre. Ella solía tener muchos presentimientos y terminaban sucediendo problemas o alguna situación preocupante para nosotros. No quiero que sea un problema. Ya no quiero tener problemas. Mi vida no puede empeorar precisamente ahora porque no puedo con todo a la vez. Ninguna persona puede.

He venido a la tienda con los dedos vendados. Amanecieron sensibles por la quemadura de anoche, así que unté una crema que tenía para quemaduras y me lo he envuelto individualmente para que no me moleste tanto la sensibilidad mientras cargo cajas o tomo cosas que meriten esfuerzo y me duela. El señor Gordon me ha preguntado qué me ocurrió, parecía preocupado por mí y es probable que esa fuera la primera vez en mucho tiempo que sentí verdadero cariño por parte de alguien. Creo que Harold a veces no se da cuenta de que va con su lado paternal a todas partes. Incluso usa un tono cálido de voz para cuando atiende a algún cliente.

Espero que Chase sepa lo afortunado que es al tenerlo como padre.

Yo tuve uno. Bueno, todos tenemos un padre, pero el mío fue un desastre y ya ni siquiera recuerdo la última vez que lo vi o siquiera recuerdo su rostro. Nunca fue un ejemplo de un buen padre, era despreocupado y puede que muy infantil para su edad y sus responsabilidades. Fue así por un tiempo hasta que mi madre decidió seguir por su cuenta y hacerse completamente cargo de nosotros, aunque, para ser honesta, ya era algo que mi madre hacía. Consiguió una casa para mis hermanos y para mí y le dijo a mi padre que eso era todo. Que podía visitarnos siempre que avisara con anticipación, pero nada más. Sin embargo, mi padre nunca fue a vernos. Nunca, ni una sola vez.

Antes, cuando vivíamos sólo los cuatro, mamá, mis hermanos y yo, me gustaba creer que había sido afortunada por haber tenido a nuestro padre por bastante tiempo a diferencia de mis hermanos. Pero conforme fui creciendo me di cuenta de lo mucho que me hubiera gustado estar en el lugar de Rosemary y Baldo, porque papá no aportó absolutamente nada bueno a mi vida y al menos ellos no tuvieron que vivir lo que yo junto a él.

—¿Necesitas ayuda?

Estoy en la bodega ahora mismo. Tengo que sacar un par de cajas con talla treinta y cinco y medio para el área que está por quedarse vacía, pero son muchas, y mis dedos siguen ligeramente sensibles. Anoche estaban rojos e irritados, hoy sólo la piel está sensible, pero sigue siendo molesto.

—Sí. Gracias.

Me bajo de la escalera y dejo que Chase lo haga por mí. Me va pasando una por una las cajas hasta que las apilo en dos. Cuando tengo diez en total le digo que es suficiente y Chase vuelve a estar en el suelo.

Su mirada pasa de mis ojos que es probable que estén hinchados y tengan ojeras, a mis dedos vendados y los señala, e intenta preguntarlo, pero finalmente se traga las palabras. Me hace sentir un poco mal que el haberle puesto un fin a lo que sea que teníamos, le haya hecho creer que ya no somos amigos. Sea como sea, si para él es mucho más fácil sobrellevarlo alejándose completamente de mí supongo que es lo mejor, porque pronto me iré y no me gustan los vínculos, no me gusta el tener que pensar si soy o no una buena persona para alguien y si él es quien se aleja primero, que hasta la fecha es el único amigo que tengo desde que vivo en esta ciudad, será mucho más fácil.

—Me quemé con agua hirviendo. Estoy bien.

El ambiente está incómodo y tenso, pero es sólo por su parte, no por mí. Chase señala las cajas y aprieta los labios un poco.

—¿Las llevo?

No respondo, simplemente me hago a un lado para que pueda pasar y sacarlas por mí.

Camino detrás de él hacia afuera y al salir me encuentro con Harold, que sonríe al ver a Chase llevando las cajas por mí. Todo el camino hasta el área es silencio y cuando Chase deja las cajas en el suelo siempre me arrodillo y las comienzo a colocar, todo en silencio, sin decir absolutamente nada.

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora