Capítulo 24 | Ledger

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Recuerdo las palabras de West diciéndonos a Chase y a mí que no nos metiéramos en el operativo. Ahora sólo puedo imaginar su cara cuando Chase le diga que encontramos a Tate y que ahora me tienen también a mí. Mi padre va volverse loco, de eso no tengo ninguna duda. Y el repentino viaje de mi madre a Beaumont, ha sido toda una suerte, porque no viviría para contarlo.

Mis párpados se sienten pesados, exactamente como cuando estoy cansado y me obligo a mantenerlos abiertos por alguna razón no muy importante, como terminarme una película. Me llevo la mano a la frente y cuando la alejo, la inspecciono. No hay nada. Pero cuando voy a mi boca y mi nariz, las yemas de mis dedos se manchan de sangre, así como también el dolor de mis golpes en el abdomen comienza a punzar. Sigo en el mismo sótano. La puerta está cerrada y yo, por alguna razón, no estoy atado, a diferencia de Tate.

Recordar su nombre hace que olvide mis golpes y me suspenda en el aire para buscarla. Rápidamente la encuentro. Mi pecho se oprime cuando la miro tirada en una esquina en posición fetal con las manos hacia atrás, en la espalda, y el rostro y la ropa cubiertos de sangre. Es suya. Tiene el rostro golpeado y un corte en el labio y el pómulo, demasiado cerca del ojo izquierdo. La escena puede conmigo, porque las lágrimas se me escapan sin parar.

—¿Tate?

Sujeto su cabeza con delicadeza para confirmar que está respirando. Cierro los ojos de alivio cuando es así.

La regreso al suelo antes de cortar un pedazo de mi camiseta, tomar una botella de algo que parece agua en la otra esquina del sótano y empapar la tela para limpiar la sangre seca. No quiero ni imaginar lo que ha tenido que pasar en este lugar todos estos días. West, mi padre, Chase y yo hemos trabajado juntos todo este tiempo para dar con ella, pero simplemente no teníamos resultados, hasta que en una gasolinera reconocí a Fiore, y decidí seguir la camioneta. No fue por mucho tiempo, porque les perdí de vista.

Al contárselo a Chase, fue su idea la de venir hasta aquí buscando por nuestra cuenta, ya que lo más difícil lo había conseguido siguiendo la camioneta hasta este barrio pobre de casas viejas y calles de piedra. Ahora sólo espero que le esté contando todo a mi padre y a West, porque aunque no quisiera reconocerlo, no tenemos mucho tiempo.

—Led-ger —la voz de Tate me saca de mis cavilaciones. Dice mi nombre entrecortadamente, casi como si no pudiera respirar. Tate intenta levantar una de sus manos, pero hace una mueca de dolor cuando siente la soga atada fuertemente en sus muñecas. Un sollozo se le escapa—. Me duele.

Asiento frenéticamente, mientras mis ojos pican también. —Lo sé.

—Van a matarnos.

—Chase hablará con mi padre y con West. Vamos a salir de aquí.

Pero Tate sacude la cabeza, todavía con lágrimas saliendo de sus ojos sin parar.

—No lo conoces —dice—. Es un monstruo. Me matará y después a ti.

Me las apaño para acomodar su cuerpo como si estuviera cargando a un bebé mientras sigo sentado en el suelo. No puedo soltarle las sogas ni curarle los golpes. No hay nada aquí.

—Se oyen voces —le digo—. Será mejor hacer silencio para que piensen que seguimos inconscientes.

—Están alistando todo.

Suena tan segura que no puedo evitar alejarme para mirarla a los ojos. Tiene el lado izquierdo inflamado.

—¿Por qué dices eso?

—Fiore debe estar sintiéndose vulnerable. De seguro cree que has llamado a la policía los minutos que se tardó en entrar. No es un idiota —Tate se remueve contra mi pecho—. ¿Roger los vio a los dos?

Mientras tú me amesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora