03.═══ flores

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—Doctor Cullen —dijo una enfermera en la puerta del despacho—

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—Doctor Cullen —dijo una enfermera en la puerta del despacho—. Alguien vino a verlo.

Johaiska asomó la cabeza y el hombre sonrió sin poder evitarlo—. Pasa Johaiska.

La enfermera le dió una mirada que no sabía exactamente qué quería decir y después cerró la puerta detrás de ella cuando salió. La chica caminó a paso tímido hacia el escritorio del hombre, quien ya se había parado para reunirse con ella.

—Lo siento, no supe a donde más ir —dijo agachando la cabeza apenada.

—¿Ocurrió algo? —tomó su mano y la dirigió hacia una de las sillas frente al escritorio donde ella se sentó.

—Yo... —dudó—. Tuve una pelea con Edward, creo que volveré a casa —lo miró y lo que vió no le gustó. El hombre tenía ojos dolidos. Pero se veía sumamente hermoso, y unos pocos rayos de sol que entraban por la ventana alumbraban su dedo meñique puesto sobre el escritorio, podría jurar que lo había visto brillar antes de que retirara su mano.

—¿Qué ha pasado?, si ustedes siempre han sido buenos amigos —se cruzó de brazos mientras la estudiaba con la mirada.

—Es una larga historia —suspiró—. Pero se pasó de la raya esta vez.

—¿Sabes?, Edward ha estado de mal humor últimamente —acomodó un mechón de su cabello rojizo detrás de la oreja, lo que la hizo enrojecerse y ponerse nerviosa, ganándose una sonrisa tierna por parte del doctor—. De hecho, cuando fui a hablar con Dasha fue por eso mismo.

—Cierto, mencionó que le había llamado.

—También me ha dicho que ha cambiado la coreografía —Johaiska asintió y el bufó—. Bueno, ambos sabemos lo mucho que se han esforzado para conseguir ese espectáculo.

Ella asintió y alisó los pliegues de su vestido—. Creo que solo necesita tiempo —dijo en voz baja—. Edward no está familiarizado con la forma de trabajar de Dasha. Tal vez le lleve tiempo, pero sé que sabrá que ella nos puede hacer llegar a las mundiales.

—Quizá darle tiempo para que se estabilice sea lo mejor. No sé que habrá pasado entre ustedes dos pero te noto bastante afligida —su labio comenzó a temblar mientras recordaba las palabras de Edward y todo lo que había estado pasando con su padre—. Ven aquí, cariño —la jaló lentamente y la envolvió en un abrazo, dándole el apoyo que necesitara—. No necesitas irte —escuchó lo que parecía ser un atisbo de esperanza en su voz paternal.

Little Cutie | Carlisle Cullen          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora