01.═══ Carmesíes

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"Unos dicen que el mundo sucumbirá en el fuego, otros dicen que en hielo

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"Unos dicen que el mundo sucumbirá en el fuego, otros dicen que en hielo.

    Por lo que yo he probado del deseo estoy con los que apuestan por el fuego.

    Pero si por dos veces el mundo pereciera creo que conozco lo bastante el odio para decir que, en cuanto a destrucción, también el hielo es grande y suficiente.

    Robert Frost"









           LOS OJOS ROJOS de Johaiska se adaptaron con facilidad a la oscuridad de la habitación. Miró las paredes, pudiendo observar con detalle las pequeñas líneas del mármol. Levantó su mano y miró sus manos delgadas con las uñas crecidas, su piel era mucho más pálida que de costumbre. La puerta de la habitación se abrió con lentitud, una pequeña cabeza se asomó por el espacio sobrante.

—Bien, ya has despertado —la chica rubia, llamada Jane, se abrió paso hasta Johaiska—. Tardarás algunos días en acostumbrarte a tu nueva forma. Aro quiere hablar contigo.

—¿Él vino? —preguntó mientras se paraba de la cama. Se acomodó el camisón blanco que llevaba encima.

—¿El doctor Cullen? —la miró. Johaiska asintió—. Está esperando en la recepción.

La pelirroja miró sus pies, libres de piquetes y moretones. Suspiró de gratitud cuando se dio cuenta que no sentía ningún dolor al caminar o sostenerse de pie, sin duda el cáncer había desaparecido. Se sentía más viva de lo que nunca jamás se había sentido, a pesar de saber que en cierto modo estaba muerta.

Siguió a Jane por detrás, observando con aún más atención los detalles de todas las cosas y estructuras que la rodeaban. Se escuchaban sus pasos descalzos en la cerámica del piso, solo eso, lo demás era silencio. No había ni un solo sonido.

No tardaron mucho en llegar hasta el gran salón, pudo reconocerlo por las altas y anchas puertas de madera. Al abrirse, el grupo de los tres vampiros estaba inmerso en algún lectura.

—Amo —dijo Jane. Captando la atención de los tres—. La he traído como solicitaste.

—¡Jane! —dijo Aro con emoción—. Muchas gracias querida.

—Así que por fin despiertas —habló el hombre de cabellos cenizos. Johaiska asintió y evitó mirarlo, sus facciones eran duras y se le veía casi molesto todo el tiempo.

—¿Ahora..., —titubeó— ahora que pasará?

—Querida aquí hay dos opciones que espero encuentres encantadoras —Aro se acercó casi flotando hacia ella, dejando pasos finos a sus espaldas—. Puedes unirte a nuestra guardia, no todos nuestros miembros tienen dones, pero estoy seguro que con el tiempo descubrirás el tuyo.

—¿Un don? —preguntó confundida—. ¿Cómo el de Edward?

—Exactamente —respondió Caius—. Estoy ansioso de saber como se desarrolla tu nueva... —la miró de arriba hacia abajo y sonrió—, vida.

Johaiska se sintió intimidada al instante, su mente lo asociaba al momento con el estereotipo de una persona recta y prepotente. Era realmente aterrador, se sentía como una niña en el colegio que era regañada en la oficina del director. Junto sus manos y miró sus pies descalzos, ya no se veían llenos de moretones ni mucho menos feos, incluso podía ver lo que parecía ser un destello en sus uñas cuadradas.

—¿Y la otra opción? —preguntó en un susurro.

Aro la miró y suspiró—. Estás consciente querida..., de que en el momento en el que nosotros te llamemos, tienes que acudir, ¿verdad?

Johaiska levantó la vista y asintió, sabiendo que les debía literalmente su vida. Aro se acercó a ella y tomó su mano en un acto de bondad.

—He visto todo lo que has sufrido pequeña, es por eso que te estamos dando la oportunidad de vivir tu vida al lado de tu pareja. Pero ten en cuenta, que los Volturis no dan segundas oportunidades —Johaiska no pudo evitar quedar hipnotizada por los ojos carmesíes que la miraban fijamente. Asintió y agachó la cabeza. Aro retiró su mano y le asintió a Marcus.

—Déjenlo entrar —dijo el hombre con su voz cansada. Las grandes puertas de madera se abrieron ante su orden y una hermosa y exquisita fragancia llegó al instante a la nariz de la pelirroja.

—¡Johaiska! —el doctor caminó con paso apresurado hacia ella. La pelirroja al instante se le echó encima y lo abrazó con toda la fuerza que podía ejercer—. Ay —se quejó—. Ten cuidado.

Ambos rieron y se separaron. Juntaron sus frentes y sonrieron, Johaiska se sentía más que enamorada cuando veía a Carlisle, era una sensación diferente a cuando aún era humana, todos sus sentidos parecían eclipsarse por la presencia del rubio, sin importarle nada más que sólo él.

—Aro —le saludó Carlisle con la cabeza y una sonrisa amable.

—Carlisle, querido amigo —le sonrió de vuelta—. Te regreso a tu retoño.

—Muchas gracias —dijo aliviado mientras la veía, más sana que nunca—. Jamás podré pagártelo.

El vampiro hizo un ademán con la mano, restándole importancia—. Son libres de irse.

Carlisle y Johaiska se miraron—. Señor..., Volturi —Aro levantó la ceja ante el llamado de la pelirroja—. En verdad muchísimas gracias —lo abrazo con fuerza y salió por la puerta con Carlisle.

Las grandes puertas de madera se cerraron detrás de ellos y lo primero que hizo la pelirroja fue besar a Carlisle con ferocidad. Ambos sonrieron enamorados cuando se separaron.

—Me alegro tanto de que estés bien —le acaricio el pómulo y suspiró—. Vine tan pronto como me enteré.

Johaiska cerró los ojos ante el contacto de su prometido. Se sentía en casa aunque estuvieran en un lugar completamente desconocido.

—Quiero casarme contigo —dijo con una sonrisa y ojos derretidos de amor—. Quiero casarme y vivir la eternidad a tu lado, amor mío.























 Quiero casarme y vivir la eternidad a tu lado, amor mío

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Little Cutie | Carlisle Cullen          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora