06.═══ collar

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—Sinceramente me preocupa —Johaiska se mordía las uñas mientras ella y Alice miraban a Reneesme, quien ya tenía la apariencia de una bebé de dos años—

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—Sinceramente me preocupa —Johaiska se mordía las uñas mientras ella y Alice miraban a Reneesme, quien ya tenía la apariencia de una bebé de dos años—. ¿Cuanto tiempo tendremos con ella antes de que muera? —se tapó la boca casi al instante, como si su pregunta le hubiese quemado la lengua.

—Tranquila —Alice le puso la mano en el hombro y le sonrió con tristeza—. Creo que  lo mejor que podemos hacer por el momento es..., buscar información y pasar este tiempo con ella. Imagínate como se sentirán Edward y Bella —ella asintió con pena. Dejó caer las manos y jugó con el anillo entre sus dedos. La bebé estaba sentada en el suelo y jugaba con un pequeño lobo de juguete que Jacob le había regalado a Bella hacía tiempo atrás. El lobo estaba con ella y le sonreía.

Salió de la sala con un aire de derrota y se dirigió hacia la planta de abajo, donde una caja de regalo se posaba sobre la encimera de la cocina. Era una caja color negro con un moño granate, al instante sintió un aire de estupefacción al reconocer el diseño de la caja. Se acercó a ella, a sabiendas de que Carlisle se sentaba en un banco de la isla de la cocina, frente a ella, mirando fijamente el regalo.

—¿Qué es esto? —Carlisle se volteó un poco para mirarla.

—Es para ti —le tendió con la punta de los dedos una pequeña dedicatoria. Johaiska la tomó con cuidado, como si se fuese a romper al tocarse, y la leyó en voz alta;

"Apreciada Johaiska. Con el más profundo afecto, me atrevo a dedicarte estas palabras. Tu belleza, cual flor radiante en un jardín oculto, trasciende la distancia que nos separa, llenando mis pensamientos de dulzura y admiración. —levantó las cejas, sorprendida—. Este obsequio es un modesto intento de capturar la esencia de tu esplendor, que ilumina mis días aún desde lejos. Con la más sincera devoción, Caius" —miró el reverso de la dedicatoria, que contenía una V impresa, el sello de los Volturis.

—Vaya —Carlisle suspiró. Johaiska se acercó a la caja y la abrió. Delante de ella, un collar de granates reposaba sobre un suave terciopelo negro, sus piedras brillando con una intensidad cautivadora. Cada granate, tallado con maestría, reflejaba la luz con destellos de rojo profundo, como si llevase consigo un fuego interno. Las gemas, dispuestas en un delicado patrón, parecían bailar suavemente al movimiento, creando un juego de luces que era hipnotizador.

Johaiska suspiró y dejó caer en la isla la tapadera de la caja del regalo—. No es lo que crees —fue lo primero que salió de su boca. Carlisle la miró al instante con las cejas levantadas, y ella no pudo evitar morderse el labio del nerviosismo.

—¿Y qué es lo que creo? —se asomó a la caja y dejó salir un wow por lo bajo.

—Que de alguna manera Caius y yo tuvimos una aventura mientras estaba en Italia —se encogió de hombro y abrazó a Carlisle por detrás, oliendo su cabello.

—¿Y no la tuviste? —en el tono de su pregunta había un poco de recelo y reproche. Bufó, notando el cuerpo de su prometido tenso bajo sus brazos.

—No, no la tuve. Caius tiene algún tipo de enamoramiento conmigo pero yo siempre le dejé en claro que no quería nada con él —hizo una pausa—. Es verdad que no te recordaba, pero aún así no sentí nada por nadie más, y creeme que la guardia tiene todo un repertorio de vampiros.

Pudo notar como el cuerpo de Carlisle se relajó, se dió la media vuelta sobre la silla y la abrazó por la cintura, apoyando su cabeza sobre sus pechos. Pensó que si no estuviese muerta, escucharía su corazón latir nerviosamente.

—Prométemelo —le pidió con un susurro.

—Te lo prometo.

—Chicos —ambos se voltearon hacia las escaleras, donde Alice estaba parada nerviosamente y con las manos agarradas—. Tenemos un problema.

—¿Qué pasa, Alice? —Carlisle se separó de Johaiska y se levantó de su lugar, preocupado, se acercó con Alice, quien negó con la cabeza.

—Jacob fue a ver a Charlie —Johaiska se acercó al instante al escuchar el nombre de su padre—. Él ya viene hacia acá, quiere verte a ti y a Bella —sus ojos recayeron en la pelirroja, quien tenia las cejas levantadas de preocupación y se mordía la uña nerviosamente.

—¿Ya lo sabe Bella? —ella asintió—. ¿Qué le dijo Jacob a Charlie?

—Bueno, además de transformarse frente a él —la pareja se sorprendió—, le mencionó que Bella había tenido que cambiar para que mejorase. No le especificó en qué, pero creo que se lo imaginará.

—Mierda —susurró mientras se pasaba la mano por el cabello—. No podemos dejar que los volturis se enteren de esto, Alice. Podrían matarnos a todos, incluso a Charlie y Jacob.

—Lo sé —en su mirada se notaba el cansancio. Suspiró y miró a Carlisle—. ¿Tenemos un plan?

—Les ayudaremos a fingir ser humanas. Bella tendrá que usar pupilentes —volteó hacia Johaiska, examinandola—. Tus ojos no son muy diferentes a como eran antes, entonces quizá no note el cambio —le sonrió, Johaiska asintió.

Antes de que se dieran cuenta, los tres ya estaban en el piso de arriba ayudando a Bella a ponerse los pupilentes. Era increíble como con tan solo cambiarle el color de los ojos se veía muchísimo más humana que ellos. Johaiska estaba en el limbo, en el borde de verse no-humana y hacerlo. Pues ella ya era muy pálida desde siempre, y su cabello rojo siempre había sido muy vivaz, lo que quizá podría delatarla serían sus ojos, pero estos tampoco habían cambiado mucho a pesar de su color dorado.

—Te irritara un poco al principio, pero después te acostumbrarás —Johaiska no pudo evitar preguntarse si tenían un par de pupilentes para cada vampiro o todos usaban los mismos.

—Contén la respiración, te será más fácil —le dijo Edward—, pero no olvides mover los hombros para que piense que estás respirando.

—Y pestañea al menos tres veces por minuto —le señaló Alice.

—Muévete más lento —Bella desapareció y en un santiamén se encontraba en la silla—. Más lento —rió Esme.

—Y no te sientes tan recta, los humanos no hacen eso —Bella asintió. Johaiska miró como intento hacer todo al mismo tiempo, y después de unos segundos se levantó fastidiada y suspiró.

—Okey, lo tengo. Contener la respiración, mover los hombros, pestañear. Ya, como pan con mermelada.

—Tu también, Jo —ella le asintió a Edward. Era verdad que llevaba más tiempo que Bella siendo vampira, pero creía que se las arreglaba bastante bien en las apariencias.

Todos escucharon como las llantas del auto de Charlie se aplastaban contra las pequeñas piedras de la fachada de la casa. Ella y Bella se miraron, esta oportunidad de hablar con Charlie saldría, o muy mal, o demasiado bien.


























 Ella y Bella se miraron, esta oportunidad de hablar con Charlie saldría, o muy mal, o demasiado bien

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Little Cutie | Carlisle Cullen          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora