04.═══ pista

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CAMINABA POR LA carretera sintiendo los restos de las hojas del bosque crujir bajo sus pies

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CAMINABA POR LA carretera sintiendo los restos de las hojas del bosque crujir bajo sus pies. Las hojas de otoño estaban desperdigadas por el suelo, y soltaban un olor a petricor, indicando que había llovido hace poco. A lo lejos miraba las luces del café, a un lado de la pista de patinaje, que aún seguía abierta. Miró los árboles, el pasto cubierto de hojas, las pequeñas raíces sobresaliendo de la tierra, y caminando junto a ella, un pequeño zorro de lodo, cubierto de pasto y hojas naranjas que le seguía el paso, lento y seguro.

Continuó caminando, sin darse cuenta que ya estaba frente al centro de entrenamiento y miraba hacia arriba, observando el anuncio de las nacionales. Al parecer Elizabeth, a quien había ayudado a completar sus saltos en el pasado, había logrado llegar hasta las nacionales. La foto de ella, pegada en la pancarta, donde ella salía con una gran sonrisa y un traje con la bandera de los Estados Unidos, le provocaba una gran sensación de irritación. Esa foto, debía ser con una foto de Johaiska, no de ella.

Sabía que ese sentimiento no eran mas que tonterías, ella no había patinado en meses desde lo de su cáncer, no tenia ninguna razón para sentirse así, además de los celos que le provocaba. El zorro que la seguía se estampó en el piso y desapareció cuando ella tomó las puertas del centro y las empujó, entrando en él.

Miró la recepción, donde habían madres recogiendo a sus pequeños, se acercó a la ventana y miró a los chicos de su edad patinando, en parejas, o en solitario. Le sonrió a la recepcionista, que ya le conocía de por vida, y se dirigió al pasillo que daba hacia las escaleras del estadio. Bajó las escaleras y se sentó en una butaca, justo detrás del banco donde solía sentarse para quitarse sus patines.

Miró la marca tallada en el banco, JA. Johaiska Ayers. Sus ojos pasaron del banquillo al asiento que estaba a su lado, donde Dasha estaba sentada, estaba tan absorbida en sus pensamientos que no la había notado, ni con sus sentidos super vampíricos. La miró, pudo notar la mirada de tristeza en sus ojos, viéndola ahí sentada. No le dijo nada y miró hacia la pista, donde Elizabeth practicaba uno de sus giros, pero aun seguía cayendo.

—Johaiska —la pelirroja le llamó. Ella miró a Dasha, con sus ojos dorados, con las motas rojas perfectamente camuflajeadas, dándoles un tono que los hacían parecer humanos—. Me alegro de verte.

Little Cutie | Carlisle Cullen          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora