01.═══ secreto

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Los placeres violentos terminan en la violencia,y tienen en su triunfo su propia muerte, del mismo modo que se consumen el fuego y la pólvora en un beso voraz

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Los placeres violentos terminan en la violencia,y tienen en su triunfo su propia muerte, del mismo modo que se consumen el fuego y la pólvora en un beso voraz.

Romeo y Julieta, acto II, escena VI











         JOHAISKA SENTÍA SU cara arder, un pitido ensordecedor le rodeaba los oídos, estaba aturdida y mareada, el aire faltaba en sus pulmones, quienes intentaban desesperadamente recuperar un poco del aire que habían perdido en el golpe. Apoyó sus manos en el piso, clavándose los cristales y soltando un quejido, miró a su alrededor, todo parecía no ser real, con la nieve blanca y fría bajo ella manchandose de un hermoso color carmesí. No sabía donde estaba, la niebla se iluminaba gracias a los faroles del auto, se miró las manos, llenas de sangre, le temblaban, las sentía arder como si le estuvieran rociando alcohol encima.

El bosque se escuchaba callado y se veía hipnotizante, se quiso levantar y correr hacia las luces que vió a lo lejos entre los árboles, pero cuando quiso mover las piernas no pudo. Las miró, lo que vió le puso los pelos de gallina e hizo que comenzara a sollozar fuertemente. Sintió escalofríos y comenzó a llorar desesperadamente, escuchó la voz de Edward llamándole desde la distancia, gritando su nombre;

—¡Johaiska! —sonaba preocupado. Johaiska quiso gritar para pedir auxilio pero la voz no salía de lo profundo de su garganta—. ¡Johaiska!

Los dedos helados de Edward envolviendose en su brazo la hicieron despertar. Edward la miraba aturdido, Johaiska se alejó de su toque por instinto cuando intentó limpiarle las lágrimas, aún seguía despistada y en estado de alerta.

—Está bien, solo ha sido un sueño —la tomó de la mejilla y le dió un beso en la frente. Miró a todos lados atontada y después de miró las manos, ya no estaban cubiertas de sangre—. Estamos en casa, solo ha sido un mal sueño.

Johaiska lo miró y asintió, lo atrajo de la mano y lo tumbó en la cama mientras lo abrazaba, por alguna extraña razón, su sueño no se sentía solo como un sueño. Edward le devolvió el abrazo y le acarició el cabello, su cabello tenía un aroma frío y refrescante.

Little Cutie | Carlisle Cullen          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora