02.═══ cansada y sola

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          APARCÓ EL AUTO fuera de la casa, era una casa linda

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APARCÓ EL AUTO fuera de la casa, era una casa linda. Estaba hecha de madera y era de dos pisos, también contaba con un ático y un patio lleno de césped. Tenía una terrazas en la fachada principal. Y al lado de las escaleras que se dirigían hacia la entrada había dos grandes arbustos verdes. Las maderas hacían un contorno blanco para contrastar con las azules pastel. Bajó del auto con su mochila y se dirigió a la puerta color madera oscura, la cual abrió una vez que introdujo las llaves. Dentro a la izquierda había una sala grande donde había también un escritorio que era de su madre y una puerta deslizante que daba salida hacia el patio, los sofás eran de un color beige claro que hacían contraste con la madera oscura que se podía ver por cada lugar de la casa. Del lado derecho del pequeño pasillo estaba la cocina, con baldosas blancas y detalles de madera oscura. En el refrigerador se podían ver fotos de Johaiska con sus premios de alguna competencia.

Sonrío para sus adentros y suspiró. Su trabajo, que era el patinaje artistico, era mas un escape que un trabajo o una obligación en realidad, porque podía estar muy enfadada con su madre por ser prácticamente un fantasma en su vida, pero, Johaiska tenía que admitir que su madre jamás la había obligado a algo. Suspiró y subió las escaleras, mientras sus dedos fríos recorrían la barandilla de madera de las escaleras. Cuando estuvo en el piso de arriba se tomó un momento para mirar la habitación que estaba al fondo del pasillo, la habitación que siempre estaba cerrada con el pestillo echado. Suspiró de nuevo, sintiéndose cansada y sola en esa gran casa. Tomó un gancho largo que estaba al lado de las escaleras y jalo el pequeño aro que colgaba de la puerta del cobertizo, haciendo que las escaleras desplegables aparecieran ante sus ojos. Dejó el gancho en su lugar y subió las escaleras, que se cerraron detrás suya, era algo tedioso tener que abrirlas cada vez que quería subir o bajar de su habitación, pero al menos esta era simplemente genial.

El cobertizo tenía una gran ventana que le permitía ver toda la calle principal, decorada con cortinas blancas un poco transparentosas, el suelo estaba cubierto por una alfombra blanca con lineas negras, las luces tenues decoraban el lugar y le daban algo de calidez. Había un colchón en una pequeña plataforma que era, obviamente, su cama, decorado con una colcha blanca, y por supuesto, un montón de almohadas y cojines que le ayudaban a sentirse menos sola ala hora de dormir, este estaba situado perfectamente en una esquina del cobertizo, justo debajo de algunas ventanas que le daban un tono más estético al lugar. Tenía libros, que ya había leído y usaba como soporte para sus plantas. Tenía también un closet pegado a una de las paredes, y un pequeño proyector que estaba conectado a su computadora, así ella podría ver lo que quisiese cuando quisiese.

Dejó su mochila a un lado de los cojines del suelo y comenzó a desvestirse, se acercó al closet y se puso unas medias negras, un leotardo color blanco, y encima una falda de muy poca tela, que hacía que se viera todo el panorama. A Johaiska no le molestaba, después de todo, así eran los trajes de patinaje, y ciertamente, ella ya estaba acostumbrada. Ya era bastante mayorcita como para no saber que su figura atraía miradas, pero siendo sinceros, eso le importaba nada más y nada menos que una mierda. Tomó un abrigo y se lo puso encima, tomó su bolso donde tenía todo su equipo y bajó por las escaleras.

Tomo su teléfono de la mesa de la sala y procedió a salir de la casa, entró al auto y se hundió en el sillón. Soltó un suspiro y se tomó su tiempo y finalmente se abrochó el cinturón y arrancó de su casa. Se dirigió a la salida del pueblo, donde estaba la cafetería de Poe, y a un lado la pista de hielo. Era grande, pues era una de las actividades que se solían frecuentar en Forks, y también era muy importante para él pueblo, pues algunas personas descubrían un hobbie del que jamás habían pensado en probar.


 Era grande, pues era una de las actividades que se solían frecuentar en Forks, y también era muy importante para él pueblo, pues algunas personas descubrían un hobbie del que jamás habían pensado en probar

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—¿Qué haces aquí? —le preguntó a Edward con una sonrisa cuando llegó a un lado de su entrenadora, Dasha.

—Johaiska, te presento a tu nuevo compañero.

Su sonrisa se hizo más grande, pensando que le hacían una broma, pero ambos estaban muy serios—. ¿Cómo? —preguntó confundida.

—Seré tu pareja —le dijo Edward mientras se paraba del banquillo.

—¿Qué? —preguntó mientras reía—. ¿Tú sabes patinar?

—Te recuerdo que no viví toda mi vida me Forks.

—¿Ah si?, ¿dónde vivías?, además del sótano de tu madre —ambos rieron mientras Dasha los miraba.

—Bueno, viví un tiempo en Nueva York, ahí aprendí —dijo con una sonrisa mientras se paraba de puntillas.

—Que envidia.

—Bueno, suficiente charla —dijo Dasha mientras daba una palmada, captando la atención de los dos patinadores—. Hablaremos sobre el programa corto para la competencia.

—Tenía una canción en mente, y creo que quedaría muy bien ahora que esto es... —suspiró—, en pareja.

—Sé que has tenido malas experiencias en el patinaje en pareja, te cuesta confiar en la gente. Pero por lo qué veo, tú y Edward se confían el uno al otro.

—Cuanta razón tienes Dasha, ¿segura que no eres psíquica?.

—Que graciosa. Bien, ¿cuál es la canción?

—La traeré mañana lista para escucharla y podamos empezar con la coreografía, ¿te parece?

—Bien, den una vuelta.

—Veamos si cumples con mis expectativas, Cullen.

—No seas muy dura, mi padre vino a verme —dijo mientras ambos salían a la pista.

—¿Tu padre? —preguntó mientras tomaba su mano—. Bueno, eso es...

—¿Aterrador?

—Tierno —dijeron ambos al mismo tiempo—. ¿Por qué sería aterrador? —preguntó mientras ambos comenzaban a patinar al rededor de la pista—. Sabes, cuando tus padres están ocupados todo el tiempo..., bueno, pensarías que es tierno que se hagan un espacio para verte.

—Si bueno, mis padres nunca están ocupados.



















—Si bueno, mis padres nunca están ocupados

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Little Cutie | Carlisle Cullen          Donde viven las historias. Descúbrelo ahora