Necesitamos a tu madre

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Las predicciones del Dr. Lenart se cumplieron casi al pie de la letra. En efecto, al cumplir su primer mes, Rósili comenzaba a dar sus primeros pasos; y también a mover masas de agua cada vez más grandes. Fue algo excelente que Steven estableciera una relación tan profunda con ella desde el principio, porque solamente él podía persuadirla de que no hiciera o dejara de hacer cosas peligrosas.

Lidiar con sus cambios físicos y su progresivo incremento de apetito no fue tan difícil. Steven explicó a sus hijos todo lo que el Dr. Lenart le había comentado, y las dos mujeres le ayudaron de muy buena gana a conseguir mudas de ropa adecuadas para la niña. Fue un poco más difícil lidiar con su apetito, porque tenía que pasar varias horas al día comiendo y siempre se quejaba de que tenía hambre. Por suerte, la niña disfrutaba todo tipo de alimento y no tenía problema en repetir la misma cosa a lo largo de todo el día. Una olla grande de sopa o una gran charola de sándwiches eran suficientes para una comida. Tampoco fue muy fácil enseñarle modales y a no atragantarse mientras comía.

Sus poderes se manifestaban cada vez con mayor intensidad. Los primeros meses fueron complicados, porque la niña perdía el control de su poder cada vez que experimentaba una emoción intensa. De noche, Steven la seguía encapsulando y ambos podían descansar tranquilos. Pero durante el día, tenía que ser vigilada constantemente para que no se metiera en problemas. Pronto fue evidente que la pequeña Rósili era muy peligrosa para el resto de los niños; y mandarla a la escuela quedó fuera de cualquier consideración. Todos sus juegos con sus sobrinos o primos tenían que ser estrictamente vigilados por Steven.

Steven estudiaba cuidadosamente a su hija, en busca de cualquier forma efectiva para ayudarla a controlar sus poderes. Pronto se percató de que los ejercicios respiratorios y el viejo sistema del "tiempo fuera" eran tan útiles para ella como para cualquier niño humano. Así comenzó a enseñarle a no utilizar sus poderes cuando no fuera adecuado.

También tuvo mucho cuidado de no enseñarle a tener miedo, a sentirse culpable por sus poderes, o hacerla pensar que había algo malo o diferente en ella por tenerlos. Desde su quinto mes, cuando ya tenía el aspecto de una niña de seis años, la llevó a lugares apartados para poder entrenarla con libertad y seguridad.

La niña logró controlar rápidamente sus habilidades de vuelo, y pronto pudo llevar a su padre hasta la Distorsión Galáctica. Al principio, Steven asumía su forma infantil para que no tuviera que cargar su peso de adulto; pero pronto ya no fue necesario que lo hiciera.

Fue hasta entonces que la niña descubrió, deleitada y maravillada, que su padre también tenía poderes. A partir de ese momento,  las prácticas se convirtieron en algo mucho más serio y cotidiano para ambos. Steven comenzó a enseñarle todo lo que sabía, incluso las maneras de utilizar sus poderes en un combate. Los dos quedaron muy sorprendidos cuando se dieron cuenta de que Rósili también podía invocar un escudo y una burbuja protectora. Rósili se sintió extasiada de saber que tenía los poderes combinados de sus padres, y muy pronto Steven se percató de que la única manera de hacer que Rósili aprendiera a controlarse era tomarse los entrenamientos con completa seriedad.

Steven se asustó un poco cuando se dio cuenta de que los poderes de su hija eran mucho más fuertes que los suyos, y quizá incluso más que los de su madre. Ella no necesitaba que hubiera agua cerca para manifestar su hidroquinesis: podía sintetizarla del aire, e incluso de cualquier lugar en el que hubiera hidrógeno y oxígeno. Su hijo Greg le ayudó a hacer experimentos, y la pequeña logró sintetizar agua y controlar las moléculas de dos recipientes separados.

El entrenamiento cuidadoso, enérgico y constante dio excelentes frutos. La niña se volvió mucho más paciente, más controlada, y desde que cumplió diez meses de edad, ya pudieron arriesgarse a dejarla utilizar sus poderes cuando jugaba con sus primos. Los niños estaban encantados de retomar los paseos que tanto habían disfrutado con la tía Lapis, y Rósili se convirtió en la favorita de todo el grupo. Sus primos y sobrinos, literalmente, se pelaban por jugar con ella.

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora